Era Tony. Estaba sentado en el banco de en frente de la puerta del baño. Y aunque estaba dispuesta a entrar por la puerta, al oír su voz me giré para entablar la conversación.
—¡Alexia! ¿Cómo estás? No hemos tenido ocasión de hablar desde que...
—Mucho mejor que tú, al parecer. —Le interrumpí poniendo mi mejor sonrisa. Mi respuesta no era del todo mentira, físicamente me encontraba mejor que él, aunque mentalmente estuviera totalmente hundida.
—Sólo quería pedirte disculpas...Aquella noche en la fiesta...No debí hacer lo que hice, no sé qué me pasó, me descontrolé y...lo siento...Entonces me acerqué y sentándome al lado suyo mirándole de frente le contesté:
—Creo que la culpa es de los dos. Igual, no tiene importancia, ¿no? ¡Lo pasado, pasado está!
—Sí, pero...sé que fue tu primera vez y creo que no merecías algo así...las primeras veces tienen que ser especiales. Debo admitir que no me esperaba para nada que él me dijera algo así. La imagen tan horripilante que me había creado de Tony en mi mente estaba empezado a tomar otra forma mucho más noble. —Y tú...lo hiciste con un tonto que encima estaba borracho...—Agregó.
—¿Qué es lo que te preocupa? —Pregunté sin rodeos. Empezaba a pensar que la paliza de mi hermano le había hecho reflexionar. Y tal vez aquel trágico accidente de caer en coma le había hecho replantearse la manera en la que estaba viviendo hasta ahora.
—¿Sabes? Cuando estás a punto de morir y sobrevives para contarlo, lo ves todo diferente. Pensar que me podía haber ido sin haberles dicho a mis padres y a mi hermana que les quería, o haberte hecho esa putada que te hice a ti y no haber tenido el coraje de haberte pedido perdón...Cuando bailas un tango con la muerte, te das cuenta de que el orgullo es una mierda de la que te tienes que deshacer tirando de la cisterna una y otra vez, sino quieres que te impida vivir y conservar a la gente que quieres...Y yo ya no quiero seguir siendo el Tony que era...quiero cambiar, ser mejor, porque los demás se lo merecen...empezando por mis padres y por mi hermana. La verdad es que me había conmovido con aquellas palabras. Y a la vez me parecía increíble que justamente a mi me las estuviera diciendo.
—¿Ese es el discurso que dirás en tu graduación? —Solté con la intención de quitarle un poco de drama a la conversación.
—No, tonta. —Rio a la par que me daba un codazo suave. Aunque podría serlo. —Añadió orgulloso.
—Bueno, espero que te recuperes del todo. Sería una pena que subas al escenario con cuatro patas en lugar de dos. —Reí.
—Sí, estaría bien. —Y rio también. Lo cierto es que la última persona en el mundo que pensaba que podía hacer algo bueno por mi, lo había hecho, me había animado. Y tenía sentimientos encontrados. Gratitud conforme a sus palabras y algo de pena por su declaración y el inminente ingreso de mi hermano en prisión. Entonces me levanté y mientras me dirigía al baño Tony repuso:
—Ale...—Giré el cuello para tenerle de frente y una vez allí contesté:
–¿Si?
—¿Te gustaría ser mi pareja para el baile de fin de curso? —Preguntó indeciso.
—Todavía tengo tiempo para pensarlo, ¿no?
—Sí, claro. Piénsalo y cuando lo hagas, me dices.
—Me lo pensaré. —Dije con una sonrisa. Entonces giré el cuello hacia el frente, giré el pomo y abrí la puerta.
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Fuera de lugar
Genç KurguAlexia es una estudiante sobresaliente que pasa desapercibida en el instituto, hasta que se descubre el suicidio de Erick Gómez, ahí su vida da un giro de 180 grados. Empieza a ser vista por la despiadada Julia, la cual se encargará de hacerle la vi...