CAPÍTULO 59

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—Se llama Jason. Y...—parecía buscar una respuesta mientras miraba con sus ojos en todas direcciones— no vive con nosotros porque...porque...

—Está en la cárcel. —Terminé la oración que ella había empezado. Julia me miró sorprendida, como preguntando: <<¿¡Cómo lo sabes!?>>

Aquella jota de su nombre acompañado del físico del que mi hermano me dio la información había confirmado mis sospechas. << Así que el padre de tu sobrino es el J.S que siembra el terror en la cárcel, ¿eh?>> —Pensé. Entonces añadí: —¿Por qué no vas a visitarle y le llevas a su hijo? Julia no salía de su asombro, debía preguntarse cómo tenía aquella información y yo tan solo había atado cabos sueltos.
Julia seguía pasmada, estupefacta sin pronunciar palabra así que seguí hablando: —¿Y su madre? ¿Dónde está su madre? Entonces ella agachó la cabeza y dijo:

—Está muerta. Y lo último que esperaba era una respuesta como aquella, era como menos doloroso que hubiese dicho que le había abandonado o algo así. Pero entonces tenía sentido. ¿El padre había matado a la madre? Sino era así, ¿por qué estaba en la cárcel entonces? Y le pregunté.

—¿Por eso está en la cárcel?

—No lo sé, siempre que le pregunto a mi padre algo acerca de él evade el tema...En realidad no es mi hermano, sino mi medio hermano. Mi padre lo tuvo con otra mujer, no con mi madre. Igual esa es la razón por la que nunca quiere hablar de ello...—Julia seguía con la cabeza gacha, así que me acerqué y levantándole la cara por la zona de la mandíbula respondí:

—No tienes que avergonzarte por los actos de los demás. Que se avergüencen ellos que son los que los cometen. Julia me miraba a los ojos, prestando toda la atención del mundo. Entonces quité la mano de su mandíbula y retrocedí un paso hacia atrás. Después de alejarme, Julia se recompuso y preguntó:

—¿A qué has venido, Alexia? ¿A darme lecciones de filosofía? Intuyo que mi distanciamiento repentino la puso en modo defensivo.

—No, he venido porque resulta que tu hermanito es el Rambo de la cárcel donde resulta que también está mi hermano...y me preguntaba si...podrías ir a hablar con él para que de algún modo esté bajo su protección y no en su punto de mira...—Julia me miró seria por un par de segundos, luego respondió:

—¿¡Estás loca!? ¡¡Si mi padre se entera que hago eso me mata!!

—¡No tiene porqué enterarse! —Reproché.

—Además, ¿por qué iba a hacerme caso a mi? ¡Si ni siquiera me ha visto nunca!

—Vaya, parece que salir con Hannah te ha cambiado definitivamente...dejaste por el camino tu perspicacia persuasiva...Pues si no te hace caso le chantajeas, ¿o ya se te ha olvidado que era eso lo que solías hacer a diario?

—¿Con qué? —Preguntó descolocada. <<¿¡Pero qué te ha pasado Julia!?>> —Pensé al escuchar su respuesta. Y juro que en aquel momento me dieron ganas de darla un bofetón para ver si volvía en sí.

—Fácil. Tú tienes bajo tu tutela a su hijo. Si no accede a hacer lo que quieres...le dices que pondrás en su contra a su hijo. Verás que no le hace ninguna gracia que su hijo no quiera saber nada de él cuando salga de la cárcel.

—¡Es verdad! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? —Contestó Julia rápidamente.

—¿Entonces me vas a ayudar o no?

—Pero con una condición. —Dijo con una sonrisa que escondía malicia.

—¿Cuál? —Respondí desganada. ¿¡Es que no podía hacer ningún favor sin exigir otro a cambio!?

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