Capítulo 6

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Dragan

Miré la espalda desnuda de Sevag, hacía un rato se había quedado dormido. Solté un suspiro, me levanté con cuidado, tomé mi pantalón y busqué en los bolsillos hasta dar con mi celular, lo saqué y lo desbloqueé mientras me sentaba a los pies de la cama. Tenía mensajes de mi hermano, de Oliver, de Milan y de otros chicos que había conocido en fiestas, me detuve en los mensajes de Milan. Cómo en el trabajo, me pedía que apartara una noche para que la pasáramos juntos, seguido, me había enviado varias fotos de él. Bloqueé mi celular rápidamente cuando sentí que Sevag se movía en la cama. Lo miré, seguía durmiendo tranquilamente, solo se había acomodado, así que volví a mi celular y miré las fotos de Milan de nuevo. Ciertamente era más atractivo que Sevag, pero él no estaba en mejor situación que yo, por ello no tenía más remedio que quedarme con Sevag por un tiempo más, al menos hasta que pueda irme de mi casa. De todas maneras, aunque estaba con él, no había dejado de comportarme como si aún estuviera soltero. Miré la hora, tres de la madrugada, ¿aún estaría despierto? Decidí no contestarle, ya le diría lo que necesitara en la mañana, antes de abrir la tienda. Bloqueé de nuevo mi celular, lo dejé en la mesa de luz y me recosté junto a mi novio, él, dormido todavía, se acomodó contra mi pecho abrazándose a mí.

La alarma de mi celular sonó antes de lo que lo hace normalmente, maldije dando un manotazo a la mesa de luz para intentar apagarlo. Sevag se removió en la cama, soltó un quejido y me dio la espalda.

—Apaga eso, amor, quiero seguir durmiendo...

Me senté en la cama, tomé el dichoso aparato y lo apagué. De repente, Sevag volvió a girarse hacia mí y me abrazó.

—¿Qué haces?

—Es muy temprano... Quédate un rato más.

—Tengo que ir a trabajar, Sevag.

Me solté de él y me levanté, me acerqué al clóset, revolví uno de los cajones donde había dejado algo de ropa, junté lo que necesitaba y fui directamente al baño para ducharme. Una vez que estuve listo, volví al cuarto a secarme el cabello y buscar mi abrigo.

—¿Por qué te vas tan temprano? —preguntó Sevag desde la cama.

—Porque me toca abrir. Mi compañero va a llegar tarde y tengo cosas que hacer antes.

Escuché un suspiro por su parte, lo miré a través del espejo mientras me recogía el cabello. Tomé mi abrigo, guardé mi celular y me acerqué a él.

—Tengo que trabajar, Sevag, no empieces con tus caprichos. Vendré en la noche.

Le di un corto beso en los labios, salí de la habitación y luego de la casa. Metí las manos en los bolsillos y caminé a mi trabajo. Hacía bastante frío, anoche había nevado de nuevo y los débiles rayos de sol que se asomaban tímidamente no ayudaban demasiado. Cuando llegué, pude ver a Milan sentado en la mesa del cuarto de empleados, él levantó la vista, me sonrió e hizo una seña para que me acercase. No dudé ni un segundo en hacerlo, tomarlo de la cintura, alzarlo y llevarlo al baño. No era el sitio más cómodo para coger, pero íbamos a tener un poco más de privacidad.

Cuando terminamos, nos ocupamos de nuestro trabajo. Esta vez, yo fui el encargado de re stockear las góndolas mientras él se ocupaba de abrir y sentarse detrás del mostrador. Sentí su mirada fija en mí desde el otro lado del pequeño local. De vez en cuando, le dirigía la mirada junto con un guiño o una sonrisa, un jugueteo que habíamos hecho cuando empezamos a trabajar juntos. Una vez terminada la tarea, caminé hasta detrás del mostrador y me senté junto a él.

—¿Qué tal la noche con tu novio?

—Nada comparado con lo de hoy —le sonreí—. Y me animaron más las fotos de anoche.

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