Capítulo 23

6 1 0
                                    

Eve

Escuché a Dragan dar vueltas en el catre, parecía que tampoco podía dormir. Tomé mi celular y miré la pantalla, eran las dos de la mañana, en unas horas tenía que levantarme para ir a la escuela, pero no podía dormir, me sentía incómodo. No conocía de nada a Dragan y la única vez que había estado con él ni siquiera recordaba claramente cómo había sido todo. Solté un suspiro, me senté en la cama y lo miré, me daba la espalda, pero podía ver que tenía el celular en la mano.

—Oye, Dragan.

—¿Qué?

—¿Tampoco puedes dormir?

—No, normalmente duermo en una cama, no en un catre.

—Lo siento, pero no voy a volver a compartir una cama contigo —escuché que suspiraba—. Oye, creí que eras descarado siempre, pero con mis padres te has comportado.

—Es la primera vez que me presentan a los padres de quien me acuesto.

—¿Y los de tu novio?

—Mi ex —me corrigió rápidamente—. Y no, no los he conocido tampoco, solo sé lo que me ha contado él. Su padre es empresario, pero vive de viaje. Su madre prefiere vivir de su esposo. A ninguno de los dos les interesaba conocer al novio de su hijo, estaban muy ocupados viviendo la vida de rico.

—Ya veo.

—¿Tú has presentado a un novio antes?

—No, no me gusta atarme a las personas, con ver a las acarameladas de mis amigas me es suficiente —lo escuché soltar una pequeña risa—. No eres tan imbécil como creía, Dragan.

Soltó un suspiro al instante.

—Acabas de joder la conversación, Eve —esta vez fui yo quién rio—. Vete a dormir, mejor, y no estés jodiendo que tengo que levantarme temprano.

Tomé una de mis almohadas y la arrojé con toda la fuerza y precisión que tenía logrando dar justo en su cabeza.

—No vuelvas a hablarme así, no voy a dejar que me trates como debes tratar a todos los que pasan por tu cama.

Hizo un gesto con la mano, tomó la almohada y me la lanzó de regreso como una especie de cortesía para detener la conversación de una vez. Me acomodé nuevamente en mi cama y cerré los ojos intentando dormir, pero seguía sintiéndome algo incómodo, seguía sin confiar del todo en él. Respiré profundo e intenté calmar mi mente como me había enseñado papá Aidan cuando era pequeño y no podía volver a dormir luego de una pesadilla.

Por la mañana, como ya era costumbre, me levanté de un salto y corrí al baño a vomitar. Una vez terminé, tiré la cadena, me paré frente al lavabo y comencé a prepararme para ir a la escuela, a esas alturas, las náuseas se habían convertido en mi rutina diaria. Cuando salí del cuarto, Dragan se encontraba sentado en mi cama, rápidamente alzó la mirada hacia mí con una pequeña mueca.

—Espero que no vuelvas a dudar del embarazo ahora.

—Creo que ya no voy a poder hacerlo —se levantó—. ¿Te encuentras bien? Estás algo pálido.

—¿Ahora te preocupas por mí?

—No quiero que te desmayes y tus padres terminen demandándome por haberte hecho algo.

—Evidentemente, no eres el tipo de chico que se preocupa por alguien más que por sí mismo.

—No creo que seamos tan distintos, Eve.

Se acercó a mí y me tomó del mentón con una pequeña sonrisa. Aparté su mano chasqueando la lengua con molestia, lo aparté del medio, me acerqué al clóset y lo abrí para buscar ropa.

Nuestro errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora