Capítulo 33

7 1 0
                                    

Eve

En cuanto Dragan sonrió, sentí que Dylan me abrazaba con un poco más de fuerza. Dirigí la mirada a mi amigo, parecía que lo asesinaría en cuanto abriese la boca. Me separé de él soltando un suspiro, estaba fastidiado por la actitud de los dos. Sabía perfectamente que a Dylan no le caía demasiado bien Dragan, pero no quería que se comportasen como si fueran a matarse en cualquier momento. Decidí, antes de que alguno de los dos hiciera una tontería, sacar a Dylan para hablar con él. Una vez que estuvimos en el pasillo, lo aparté un poco de la puerta para evitar que los demás escucharan.

—¿Qué te sucede? —inquirí en tono bajo.

—Me cae mal.

—¿Y eso qué?

—Que no quiero que se comporte así contigo.

—¿Así? Estaba bromeando con las estupideces de Su —solté un suspiro—. Escucha, a mí también me cae mal, pero necesito que se quede conmigo por ahora y tú no ayudas.

Dylan suspiró, revolvió un poco su cabello y asintió sin decir nada más. Dejé que se calmara un poco y, luego, volvimos a la habitación. Dragan le dirigió una mirada un tanto burlona a mi amigo, pero rápidamente la cambió al ver que yo fruncía el ceño.

—Bien, creo que es hora de irnos —dijo de repente Suzana tomando la mano de Isa—. Vamos, así no los molestamos tanto.

—Pero...

—Vamos —interrumpió Su a Dylan, tomándolo de la mano también—. Nos alegra que estés bien.

Sabía por qué estaba haciendo eso, para evitar que Dylan y Dragan pelearan, y para darme privacidad que, por alguna razón, creía que íbamos a utilizar. Los acompañé hasta la puerta de entrada, dónde nos despedimos. Cuando cerré la puerta, escuché pasos en la escalera, me giré encontrándome con papá Aidan, él me miró dedicándome una sonrisa cariñosa, se la devolví dirigiéndome a la escalera. Subí rápidamente y me metí en mi cuarto. Pude escuchar, al instante, el sonido de la ducha, al menos descansaría un poco de él. Me senté en el escritorio, abrí mi cuaderno de dibujos de nuevo y pasé las páginas sin prestar demasiada atención. Cuando llegué al dibujo de Dragan, lo observé unos instantes notando detalles que no me gustaban demasiado. De repente, escuché que él salía del baño, lo miré, salía secándose el cabello con la toalla.

—Tienes el cabello bastante largo —comenté desviando la mirada nuevamente a mi cuaderno.

—Tú también —caminó hasta quedar detrás de mí.

—¿Por qué no usas el secador?

—Puedo secarme con la toalla.

Nos sumimos en un pequeño silencio. Tomé el lápiz que había dejado en el lapicero y empecé a corregir lo que no me gustaba del dibujo. No pasó mucho hasta que Dragan acercó un banquillo y se sentó a mi lado. Desvié la mirada hacia él, seguía intentando secarse el cabello con la toalla húmeda ya. Me miró también, parecía que no tenía ganas de molestarme, su mirada reflejaba un pequeño destello de curiosidad. Me volví nuevamente a mi cuaderno para continuar lo que hacía bajo su atenta mirada.

—Realmente eres bueno.

Comentó, pero no contesté absolutamente nada.

—Mientras estabas abajo miré algunos, podrías dedicarte a esto.

—¿Haciendo qué?

—Subiéndolo a internet.

—No creo que llame demasiado la atención.

—Y ¿qué quieres hacer?

Me quedé en silencio unos instantes mirando la hoja, no lo había pensado mucho en este tiempo. Al principio, había querido ser psicólogo, como papá Aidan, pero, luego de leer algunos de los libros que había guardado de la universidad, creí que sería demasiado complicado para mí, aunque tenía apenas nueve o diez años cuando lo hice. Luego, había decantado por fotografía, como papá Ilan, aunque, no recuerde que ejerciera realmente, solo recordaba las fotos que nos sacaba a papá Aidan y a mí en los días especiales para nosotros, pronto perdí el interés en eso. Y me quedé en la misma pregunta que Dragan me había hecho, ¿qué quería hacer?

Nuestro errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora