Capítulo 12

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Dragan

Miré el oscuro techo, había decidido quedarme con Oliver en lo que mi padre dejaba de beber temporalmente, como se lo había prometido a mi hermano. Exhalé un largo y profundo suspiro. Me senté en el colchón que ocupaba y miré a mi amigo dormir plácidamente sintiendo un poco de envidia, hoy parecía que el insomnio no me dejaría pegar ojo en toda la noche. Decidí buscar mi celular en la mochila, revolví los bolsillos hasta dar con el aparato. Apenas desbloqueé la pantalla pude notar la cantidad de mensajes que tenía sin leer. La mayoría eran de conocidos de cuando iba a la escuela, otros eran de familiares que creían que era el mensajero de mi padre. También había mensajes de Milan, Sevag y Marko. No quería contestar a ninguno, así que opté por salir de WhatsApp, ya les contestaría por la mañana o cuando me acordara. Me acosté en el colchón y revisé Instagram. Deslicé el dedo lentamente, observando las fotos sin prestar mucha atención; no era como que me importara demasiado lo que subía mis conocidos y gente en general, pero no tenía nada más que hacer ahora que Oliver estaba casi en coma, de él solo podía obtener ronquidos como respuesta a cualquier cosa. Seguí mirando el aparato hasta que comencé a sentir los párpados pesados.

Desperté al escuchar al torpe de Oliver tropezar con quién sabe qué. Me senté un poco molesto, no había dormido prácticamente nada y no me hacía gracia levantarme más temprano de lo necesario. Abrí los ojos levemente, pero, cuando encendió la luz, los cerré nuevamente un poco cegado. Me quejé, pero él hizo caso omiso de lo que decía y salió del cuarto. Me tiré en el colchón soltando un suspiro molesto, tanteé con la mano hasta dar con mi celular, prendí la pantalla y abrí los ojos parpadeando un par de veces hasta que me acostumbré a la luz. Miré mi celular, eran las seis y media de la mañana, por eso el idiota se había tropezado con media habitación, su cerebro no estaba despierto aún. Solté otro suspiro juntando fuerzas para poder levantarme para alistarme. Me puse en pie por fin, me acerqué a mi mochila y revolví el interior buscando lo que necesitaba. Cuando mi amigo regresó al cuarto y dejó su pijama en la cama, fue mi turno de internarme en el baño. Me aseé lo más rápido que pude para no hacerlo esperar. Una vez listo, salí, volví al cuarto para dejar mis cosas, tomé mi celular y bajé para abrigarme, Oliver ya se encontraba frente a la puerta principal. Al salir, sentí el viento frío chocar contra mi mejilla provocando que me estremeciera. El cielo estaba completamente cubierto y hacía bastante frío, seguramente volvería a nevar en poco.

—Esta vez tomemos el café dentro, no quiero terminar congelándome —dijo Oliver como adivinándome el pensamiento.

Cuando llegamos a la cafetería, entramos, elegimos una mesa y nos acomodamos, el mozo no tardó ni un segundo en acercarse y tomarnos el pedido, luego, se fue tan rápido como había venido.

—Tienes cara de muerto, Dragan, ¿no dormiste? —negué con la cabeza—. Lo siento, el colchón no es cómodo, ¿verdad?

—No fue por eso, estuve pensando en mi hermano y el asqueroso de mi padre.

—¿Y eso?

—Lo odio, ¿sabes? Pero mi hermano se empeña en intentar que lo perdone.

Oliver asintió lentamente con los labios apretados, solía hacer ese gesto cuando quería saber más, pero no se atrevía a preguntar. Abrí la boca para seguir hablándole, pero el mozo llegó haciendo que me quedase mudo, desvié la mirada relajando el ceño que no me había percatado de que lo estaba frunciendo y pensé en algo rápido para cambiar de tema; mi padre no me arruinaría el puto día solo con su existencia. Mientras desayunábamos, hablamos de su madre y su padrastro, parecía que no se llevaba demasiado bien con él. Luego, me contó cuanto le molestaba el nuevo noviecito de Jelena, en otras palabra, estaba celoso de que otro chico captara la atención de su hermanita. No pude evitar soltar una risita mientras me contaba sus celos; si hubiera tenido una hermanita, me hubiera comportado igual, seguramente terminaría siendo más protector que Marko conmigo. Después de desayunar, salimos y, en la puerta, nos despedimos para ir a nuestros respectivos trabajos. Caminé distraídamente hasta llegar a la tienda, entré por la puerta trasera encontrándome la habitación de empleados vacía. Comencé a prepararme y salí a la tienda para abrir, logrando ver por la ventana a Milan pasar por la vereda. Rápidamente abrí la puerta y me asomé, él me miró con una sonrisa en el rostro.

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