Capítulo 50

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Dragan

—Entonces, ¿qué harás?

—Me quedaré allí, supongo.

—Parece que ya te ataron, Dragan.

Oliver soltó una risita burlona. Chasqueé la lengua antes de tomar un sorbo de mi café. Hacía unos cuantos días que no veníamos a beber café antes del trabajo, no venía desde la casa de Eve por la distancia. Por alguna razón extrañaba sus burlas, había despertado una especie de nostalgia.

—¿Qué harás con él? ¿Lo mismo que con Sevag?

—Es la idea, pero Eve no es tan débil como me gustaría. Me está dando problemas hacerlo sumiso.

—¿Por qué no te quedas con él de una vez? De todas maneras regalarán al niño. Además, Eve es un chico lindo, serías la envidia de todo el mundo todavía.

—No quiero dejar la vida que tengo ahora.

—Terminarás embarazando a algún otro chico si no lo has hecho ya.

—No te conviertas en Marco.

Soltó un suspiro antes de desviar la conversación a una banal, sin ninguna importancia. Hablamos de Astrid y de mi hermano. Luego, como si hubiera olvidado sus burlas de unos minutos antes, mencioné a Eve ganándome nuevamente sus burlas. Terminé mi café en silencio y fui hasta la caja para pagar. Oliver se apresuró a acercarse a mí y pagar para que saliéramos. Nos despedimos en la puerta y nos dirigimos a nuestros respectivos trabajos. Caminé sin prisa, no quería llegar tan temprano y toparme con Milan tan pronto. Disfruté de la suave brisa primaveral que apenas bajaba un par de décimas en la temperatura. Me arrepentí de haber salido con abrigo, a esa hora ya tenía calor. Al llegar, Milan me recibió como de costumbre, llevándome al baño sin siquiera decirme "hola". En mi cabeza, automáticamente apareció la imagen de Eve, sus gemidos resonaron en mi mente en lugar de los de Milan, que ya me habían asqueado en ese punto. Decidí cerrar la boca, no quería que se me escapase el nombre de quién era mi novio ahora. Salimos poco después. Milan se acomodó la ropa una vez más y salió al mostrador. Dejé mis cosas y me preparé para salir junto con él. Cuando estuve tras el mostrador, observé a Milan ir y venir limpiando, acomodando o reponiendo. Parecía haber quedado satisfecho, no me había relegado alguna tarea como hacía a veces. Me senté en el banquillo de siempre a esperar. Volví a pensar en Eve, en cómo había vuelto detestable la simple idea de acostarme con Milan. Tal vez debería buscar a otro juguete que no estuviera tan usado, o al menos que yo no hubiera utilizado demasiado. Suspiré. Esperaba que el fin de semana Oliver tuviera a dónde salir.

Las horas pasaron lentamente como de costumbre. Parecía que estaría en el trabajo eternamente. Milan no ayudaba a evitar mi aburrimiento, parecía incapaz de mantener una conversación interesante y evitar insinuarse constantemente como si fuera una prostituta. Cuando por fin se hizo la hora de salir, me dirigí al cuarto de empleados, me alisté y salí dejándole el cierre. Ya me fastidiaba tenerlo cerca tanto tiempo. Caminé con las manos en los bolsillos, la brisa se había vuelto ligeramente fría, hacía que se me erizara la piel cada vez que soplaba. El abrigo que llevaba parecía no ser suficiente a esas horas como lo había sido en la mañana. Llegué justo cuando Eve despedía a sus amigas en la puerta. No estaba el idiota de Dylan entre ellos, seguramente se había ido antes de que saliera del trabajo, o tal vez ni siquiera había venido. Fuera como fuera, prefería no cruzármelo. Le di un pequeño beso en los labios a Eve y entré sin prestarle mayor atención a sus amigas. Saludé a sus padres distraídamente antes de subir hasta la habitación. Dejé mi mochila en una esquina, la de siempre, y me desplomé en la cama cerrando los ojos. Poco después, el dueño del cuarto entró. Lo ignoré hasta que se sentó en mis caderas obligándome a mirarlo. Me sonrió inclinándose hacia mí, me dio un suave beso en los labios tomando mis manos para llevarlas hasta su cintura. No hice más que sonreír mientras las pasaba por debajo de su camiseta. Sentí su tersa piel erizarse bajo mi tacto. Se movió sobre mí provocando un pequeño roce que me quitó todo el sueño que podía tener en aquel momento. Moví mis caderas, él no hizo más que morderse el labio de forma sugerente. Lo atraje hasta mí con la intención de besarlo, pero unos toques en la puerta nos interrumpieron. Del otro lado sonó la voz de Ilan llamando a su hijo, este no hizo más que gesticular con los labios un "lo siento". Se levantó y abrió la puerta, luego salió con su padre a hacer quién sabía qué. Solté un suspiro pesado percatándome de lo rápido que mi cuerpo había reaccionado con él. Normalmente jugueteaba más con los chicos antes de tener una erección, pero con Eve había sido casi automático. Me pasé las manos por la cara sin moverme ni un centímetro, no me preocupé por ocultar el bulto en mi pantalón, estaba seguro que en cualquier momento vendría Eve y continuaríamos.

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