Capítulo 27

4 1 0
                                    

Eve

—Oye, Eve.

—¿Qué quieres?

—Tu padre se acaba de ir, ¿no quieres que nos divirtamos un poco?

Desvié la mirada hacia Dragan, él simplemente me sonrió un tanto provocativo. Solté un pequeño suspiro disponiéndome a negarme, pero, luego, pensé en el tiempo que había pasado desde la última vez que me había acostado con alguien, de hecho, él había sido el último.

—Está bien, pero que sea rápido.

—¿Ya te rendiste ante mí, lindura? —dijo acercándose a mí aún con la sonrisa en su rostro.

—Si vamos a estar juntos, al menos sírveme para esto.

—¿Vas a empezar a utilizar mis frases en mi contra ahora?

—Tal vez.

Su sonrisa se amplió un poco, se sacó las zapatillas rápidamente, se subió a la cama y luego se puso sobre mí. Crucé mis brazo por su cuello, acercándolo a mí, me dedicó una rápida mirada cargada de lascivia y comenzó a besarme el cuello, mientras pasaba sus manos por debajo de mi camiseta tocando suavemente mi torso. Solté un suave suspiro que se convirtió en un pequeño gemido al sentir su lengua pasarme por el cuello. Sentí sus dedos juguetear con uno de mis pezones, mientras con la otra mano desabrochaba mi cinturón. Era bastante hábil con sus manos, seguramente lo había hecho miles de veces. Cuando logró deshacerse del cinturón y abrir mi pantalón, lo bajó un poco y comenzó a masturbarme lentamente por encima del bóxer haciéndome soltar leves gemidos.

—Parece que te hacía falta que te tocaran...

—Desde que nos acostamos, no estuve con nadie más —bajé mi mano hasta el bulto que ya asomaba en su entrepierna—. Además, no soy el único que lo necesita.

Presioné un poco su miembro consiguiendo que de su boca saliera un leve gemido. Lo miré con una sonrisa victoriosa, que desapareció al instante al ver su rostro, la lascivia de su mirada se apoderó de toda su expresión, ahora se veía completamente distinto. No pude evitar morderme el labio inferior ante la idea de que dejáramos los juegos preliminares y estuviera dentro de mí de una vez. De repente, unos toques en la puerta nos hicieron separarnos al instante, me acomodé la camiseta y abroché mi pantalón. Mientras, Dragan se levantaba y, luego de que le hiciera una seña, abrió la puerta dejando que papá Ilan se asomara.

—Eve, mi niño, tus tías vendrán para almorzar, ¿podrás hablar hoy con ellas?

—Sí, creo que sí —traté de hablar lo más calmado posible.

—Bien —desvió la mirada hacia Dragan—. ¿Te quedarás a almorzar?

—Sí, me dieron medio día.

Mi padre sonrió y se fue, Dragan cerró la puerta, se sentó en el borde de la cama y soltó un suspiro. Lo miré unos instantes en silencio, soltando una pequeña risita un tanto nerviosa, él se giró hacia mí con una mirada que no supe identificar, pero, unos instantes después, rio también.

—La próxima vez no te tardes tanto, Dragan.

—¿Próxima vez? ¿Habrá una próxima vez?

—Tal vez, hace mucho que no me acuesto con nadie y tú estarás aquí quién sabe cuánto. Tómalo como pagar una renta.

—Bien, creo que es lo justo.

—Aunque no te acostumbres, si me tratas como hoy, haré que te echen de mi casa.

—Qué aburrido eres, lindura.

—Y deja de decirme así. Si vamos a tener una relación, que sea únicamente sexual, al menos hasta que nazca el bebé, ¿entendido?

Nuestro errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora