Capítulo 47

5 2 0
                                    

Eve

Miré los pequeños mamelucos blancos y amarillos mientras papá Ilan parloteaba sobre lo que debería comprar para el bebé. No le presté demasiada atención, no por molestia, sino porque mi cabeza estaba en otro lado. Desde la noche anterior no podía dejar de pensar en cómo haría para cuidar de un bebé yo solo. Estaba más que seguro que Dragan era un inútil con lo que refiriera a bebés, pero no estaría solo al menos. Solté un pequeño suspiro percatándome de que mi padre había detenido su monólogo y me miraba con un dejo de preocupación. Negué con la cabeza a una pregunta tácita que flotaba en el aire. Tomé una de las diminutas prendas y la levanté ante mi cara con una pequeña sonrisa en el rostro, no por el niño que traía en mi interior, sino porque me recordaba a las prendas que le habíamos comprado a Amber cuando iba a nacer. Era tan pequeña que debían arremangarle las mangas un par de veces para poder ver sus manitos. Me pregunté si el mio sería igual de pequeño. Dejé la prenda sobre la mesa con una sensación rara, no estaba feliz, pero tampoco como al principio. Pasé la mano por mi vientre intentando saber cómo debía sentirme ahora.

—¿Qué te sucede, cariño?

—Nada, papi —me levanté—. ¿Puedes guardar esto? Quiero ir a dormir un rato.

—¿Dragan llega hoy? ¿Vendrá a quedarse?

—No lo sé. Si viene, no puede ver la ropa de bebé. Si lo hace, dile que vaya a mi habitación aunque esté durmiendo.

No esperé a que contestara, subí las escaleras, me dirigí a mi cuarto y me desplomé en la cama. Me sentía bastante cansado, aunque no hubiera hecho demasiado hoy. Eran cerca de las cuatro de la tarde, solo había acompañado a mi padre a comprar la ropa para el bebé y almorzar. Cerré los ojos e intenté poner mi cabeza en blanco, necesitaba calmarme. Me estaba estresando por algo que sabía que sucedería al final.

Desperté cuando escuché ruido en mi habitación, me giré abriendo levemente los ojos notando una silueta difusa. Volví a cerrar los ojos con cansancio. Al instante sentí un peso a mi lado junto con el inconfundible perfume de Dragan. Su brazo cruzó mi cintura, abrazándome a él. Me giré quedando cara a cara, abrí los ojos encontrándome con los suyos. Mantuvimos las miradas fijas el uno en el otro en completo silencio.

—Lamento haberte despertado.

Dijo cortando el silencio.

—¿Sabes disculparte?

Soltó una pequeña risa.

—No nos vemos durante una semana ¿y me saludas así?

—¿Qué esperabas?

—Que usaras tu boca para otra cosa, tal vez —chasqueé la lengua, él solamente sonrió—. ¿Me extrañaste, lindura?

—No.

—¿Seguro?

Posó la mano que tenía en mi cintura en mi mejilla y la acarició con el pulgar con una sonrisa. Fruncí el ceño, pero, en lugar de apartarlo, me acerqué a él acomodando mi cabeza en su pecho. Se quedó unos instantes inmóvil antes de rodearme de nuevo con su brazo. En circunstancias normales, lo mandaría a la mierda, pero ahora necesitaba sentirlo conmigo. Probablemente era por culpa del embarazo que mis emociones eran un manojo enredado que apenas podía comprender, por ello lo necesitaba conmigo ahora, aun cuando supiera que terminaríamos separándonos al final, me quedase con el bebé o no. La nube de pensamientos y emociones se dispersó de repente dejando mi mente en blanco completamente. Me apreté un poco contra su cuerpo sintiendo su calor. Tenía en claro que no debía acostumbrarme a él, pero aprovecharía el tiempo por ahora.

—¿Cómo te ha ido con tu hermano?

—Bien, hemos recordado cosas de nuestra niñez y he conseguido el número de una chica.

Nuestro errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora