Capítulo 34

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Dragan

—¿Y ahora qué?

Preguntó Eve cuando salí de la ducha, lo miré rápidamente arqueando una ceja.

—¿Qué pasará con nosotros ahora?

—¿Qué quieres que pase?

Me senté en la cama de espaldas a él mientras me secaba el cabello con la toalla. Simplemente se quedó en silencio, supuse que estaría pensando qué era lo que quería. Aproveché para distraerme con el programa que Eve estaba mirando. No era más que el típico programa de talentos, en el medio del escenario había un par de chicos bailando solo con pantalones y una especie de faja atada en la cintura. Justo antes de que los jueces les dieran sus impresiones, vi cruzar a Eve como una flecha hacia el baño distrayéndome completamente del televisor. Poco después salió pálido como un fantasma, suspiré dejando la toalla a un lado, me acerqué a él con la intención de ayudarlo a caminar hasta su cama, daba la impresión de que se caería en cualquier momento. Eve negó con la cabeza, caminó como un zombie y se desplomó en la cama.

—Supongo que me necesitas ahora —asintió con los ojos cerrados—. ¿Puedes esperar a que use el secador?

Volvió a asentir, me metí en el baño, dejé la toalla sobre el vanitory, saqué el secador y me sequé el cabello lo más rápido que pude. Una vez que terminé, solo unos instantes después de haber entrado, guardé nuevamente el aparato, volví al cuarto y me acosté a su lado para acariciar su vientre. El color volvió lentamente a su rostro, ya no parecía un muerto. Él abrió los ojos y me miró unos instantes.

—Entonces, ¿qué pasará con nosotros?

—¿Qué quieres que pase? —repetí.

—No creo que quiera nada ahora mismo.

—¿Seguro? Podemos empezar a salir para descubrir que pasará.

Volvió a cerrar los ojos, creí que se estaría quedando dormido, pero, unos instantes después, asintió dirigiéndome la mirada de nuevo.

—Salgamos.

Sonreí asintiendo. Por un segundo recordé a Sevag, las cosas con él habían comenzado de la misma manera, al principio nos habíamos acostado un par de veces y, luego, salimos hasta decidir ser novios. Tal vez podría llegar a algo de esta manera, necesitaba empezar a sacarle cosas a él y a sus padres. Eve se acurrucó contra mi pecho distrayéndome de mis pensamientos.

—¿No deberías ponerte el pijama?

Suspiró.

—No tengo ganas...

—Eres como un niño pequeño —solté una risita—. Vamos, tienes que cambiarte.

Me separé de él, logrando que soltara otro pequeño suspiro. Se levantó de mala gana, tomó su ropa y se cambió; era la primera vez que lo hacía frente a mí, normalmente se iba al baño como si no conociera ya su cuerpo desnudo. Dejó su ropa sobre el baúl que estaba a los pies de la cama y volvió a acostarse. Lo miré acomodarse a mi lado y cerrar los ojos. Lo tomé del mentón y lo besé, sintiendo como daba un pequeño sobresalto antes de corresponderme. Nos separamos unos instantes después, le dediqué una pequeña sonrisa recibiendo solamente su mirada. No podía interpretarla bien, ciertamente sus ojos se veían más brillantes de lo normal. Desde que todo había empezado, siempre se veían fríos, distantes, ahora eran completamente distintos.

—¿Vas a andar besándome a cada rato?

—¿Te molesta?

—No suelo ser así.

—¿Así?

—Como mis padres, ya sabes de lo que hablo.

Solté una pequeña risa.

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