Capítulo 43

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Eve

Toqué el timbre de la casa de Dylan y esperé, unos instantes después, él abrió apartándose rápidamente para dejarme pasar. Ni bien entré, cerró tras mi espalda y me llevó directamente a su habitación. Noté que las chicas no habían llegado aún, podía aprovechar para intentar relajarme un poco antes de tener que contarles lo que tenía en la mente. Dejé mi mochila en una esquina y me senté en la silla del escritorio, mientras él se acomodaba en la cama.

—Le contarás a las chicas hoy, ¿no?

—Sí, quiero saber qué piensan.

—Pero es tu decisión, Eve. Ninguno de nosotros puede hacer más que apoyarte.

—Lo sé, pero siempre es más fácil hablar con ustedes que con mis padres.

—Si así lo ves...

—Sí, Dylan. Prefiero hablar antes con ustedes y comentarles mi decisión a mis padres luego.

Justo en aquel instante, el timbre sonó avisándonos que las chicas habían llegado. Dylan se levantó y salió del cuarto, unos minutos después, Isa y Su aparecieron, me saludaron como de costumbre haciéndome saber que el dueño de casa se encontraba en la cocina. Pensé que lo mejor era esperarlo, si bien, él ya sabía de lo que iba a hablar, prefería tenerlo aquí. Dylan subió unos minutos después con una bandeja en la que traía refrescos y bolsas de frituras, la dejó sobre la cama, justo a los pies, donde pudiéramos alcanzarla todos. Se sentó junto a las chicas y me miró. Comencé a hablarles sobre lo que sentía con respecto al bebé y mi indecisión sobre quedármelo o no.

—Oh, bebé Eve, nos harás tíos oficialmente —dijo cuando terminé de hablar.

—Para que seas tía de mi hijo, debería decidir quedármelo primero.

Suzana soltó un bufido como si fuese una niña pequeña.

—A mí me gustaría que te lo quedases.

—Entonces cambiarás tú los pañales de tu sobrino.

Hizo una mueca de asco haciendo que nos riéramos.

—Parece que eso no te hizo demasiada gracia —intervino Isa.

—¡No quiero cambiar pañales, es asqueroso!

—¿Y quieres que solo yo me encargue de una montaña de pañales? Estás loca, Su.

—Tendrás que hacerlo de todas maneras, Eve, será tu hijo —recordó Dylan.

—Lo sé, pero ustedes también tendrán que ocuparse de algo de esa montaña, al menos para que pueda dormir un poco. He visto lo que les hizo a mis tíos la pequeña Amber cuando nació.

—Todos hemos visto a Aksel en esa época.

—Decidas lo que decidas, tendrás mi apoyo, Eve —dijo Isa volviendo al tema principal—. Al menos yo te ayudaré a cambiar pañales.

No pude evitar soltar una risita al escucharla.

—Oye, bebé Eve, ¿le has dicho a Dragan?

—No preguntes estupideces. Si le hubiera dicho algo, probablemente ya se hubiera marchado.

—Tal vez no, Dylan.

—Creeme, Su, él no es el tipo de chico que cambie de parecer porque sí —solté un suspiro llevando mi mano a mi vientre—. Si me quedo con el bebé, lo más probable es que se vaya al enterarse. El niño tendrá un solo padre.

—Y muchos tíos, no lo olvides, bebé Eve —sonrió—. Sabes que nosotros nos quedaremos.

Su me contagió su sonrisa; no podía tener mejores amigos que ellos. No importaba la circunstancias, siempre se quedaban conmigo, aunque eso significara asumir responsabilidades que no eran suyas. No me había dado cuenta que Suzana se había acercado a mí hasta que sentí sus brazos rodearme en un abrazo fraternal. No hice más que corresponderle con una sonrisa en el rostro. Sentí, de repente, que bajaba su mano a mi vientre, hasta el momento, el único al que dejaba que lo tocase era Dragan.

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