Capítulo 46

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Dragan

El sonido de una notificación me distrajo de la música que sonaba a todo volumen en mis auriculares. Lo saqué y entré a WhatsApp, Eve me había enviado la foto de una ecografía, fruncí el ceño entrecerrando los ojos intentando encontrarle la forma a aquello que parecía un televisor antiguo sin señal. No comprendía dónde una persona podría ver un feto, pero supuse que debía estar allí. Debajo, había escrito un mensaje: "Mi padre me ha pedido que te lo muestre". Realmente me gustaba recibir otro tipo de fotos cuando se trataba de él, pero creo que ya se había convertido en una pequeña tradición que busque a mi hijo en las ecografías. Me sobresalté de repente como si hubiera visto un fantasma; ¿había pensado en eso que Eve llamaba "lastre" como mi hijo? No podía ser posible, seguramente era por escuchar a Ilan y Aida cuando estaba en su casa. Suspiré, bloqueé la pantalla y miré por la ventanilla, pronto tenía que bajarme del tren. Por suerte, no tardé demasiado en llegar a la estación que debía. Me levanté y bajé. Fui hasta una de las escaleras un poco desorientado, solamente había estado en su casa un par de veces, me pregunté si aún recordaba el camino, pero repentinamente, di con la cara de Marko entre la marea de gente que entraba y salía de la estación. Me acerqué a él recibiendo una sonrisa como saludo.

—Te dije que te quedaras en tu casa.

—Me preocupaba que mi hermanito no llegara.

—Eres un idiota.

—No puedes negar que estabas perdido.

Suspiré sonriendo, ya no podía negarlo, era imposible con Marko. Caminamos poniéndonos al día. Noté que sus heridas, salvo su brazo, se habían recuperado por completo. Cuando llegamos a su casa, dejé mi mochila en una esquina y me acomodé en un pequeño sillón de un cuerpo, mi hermano se sentó frente a mí, en un sillón parecido.

—¿Aquí traes a las chicas? Definitivamente no tendrás novia hasta que termines la universidad.

—Cállate, prefiero esto a terminar ocupándome de un niño que no quería.

—No me lo recuerdes —suspiré—. Eve me ha enviado una foto de su nueva ecografía, es suficiente para no querer volver a hablar de eso.

—¿Puedo verla?

Saqué mi celular, busqué el chat y luego la foto antes de extendérselo. Apenas posó la mirada, frunció el ceño como lo hacíamos Eve y yo cada vez que nos tocaba ver las ecografías. Me devolvió el aparato unos instantes después.

—No sé qué vi, pero espero que tu hijo esté bien.

—No es mi hijo, es solo un error.

Por su expresión, supe que quería reprenderme, pero no emitió palabra, se levantó y se dirigió a la cocina. Volvió unos instantes después con una taza de café en la mano, la cual me extendió antes de volver a la cocina. Una vez que se sentó frente a mí nuevamente con su propia taza de café, empezamos a hablar. Nos pusimos al día entre sorbo y sorbo, aunque no teníamos que hacerlo realmente, habíamos estado hablando desde la paliza que mi padre nos dio, o, más bien, le dio a mi hermano.

—¿Cómo ha estado Eve?

Pensé que sería inevitable que preguntara, después de todo, ahora formaba parte de nuestras vidas.

—Bien. Creo que estamos aprendiendo a llevarnos bien —mi hermano esbozó una sonrisa—. ¿Qué?

—Nada —rio—. ¿Sabes? Me gustaría que, al menos, te quedaras con el bebé. Sería mi primer sobrino.

—Detente, Marko, no discutiré de nuevo esto.

—Solamente me gustaría tener un sobrino, Dragan.

Me limité a asentir con la cabeza sin decir más nada. Desvié la conversación a algo que no involucrara ni a Eve, ni a lo que nos mantenía juntos. Le conté sobre mi trabajo, sobre Oliver y Astrid, sobre Milan, sobre lo que me viniera a la mente para distraerlo del tema lo más que pudiera. Poco después, nos distrajimos mirando una película. Pronto se hizo de noche, el pequeño departamento se había quedado casi en completa penumbra, el televisor era la única fuente de luz que teníamos. Desvié la mirada hacia la ventana, en el cielo lograba ver algunas estrellas que brillaban con cierta intensidad a pesar de las luces de la ciudad. De repente, Marko llamó mi atención haciendo que lo mirase de nuevo, tenía rostro cansado y, efectivamente, quería que nos fuéramos a dormir de una vez. Preparé un pequeño catre a un lado de su cama, mi hermano hacía un rato que se había acostado, parecía que ya se había quedado completamente dormido. Me acomodé en el catre y miré el techo en la penumbra, podía escuchar el tren pasar lejano, casi como un murmullo. Me pregunté si Eve seguiría despierto, al otro día tenía escuela, tal vez podría pasar por allí. Negué rápidamente con la cabeza intentando apartar aquella idea de mi cabeza. Cerré los ojos con cierta fuerza, debía pensar en mejores cosas en las que ocupar mis días libres. Había podido conseguir una semana de vacaciones después de hablar durante horas con mi jefe sobre el asunto de la golpiza y que, aun pareciendo un boxeador, había ido a trabajar. Necesitaba relajarme un poco, eso incluía despegarme completamente de Eve, razón por la que había venido a la casa de mi hermano.

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