Capítulo 42

8 1 0
                                    

Dragan

Me desperté al sentir a Eve removerse incómodamente en la cama, abrí los ojos y lo miré, parecía tener una pesadilla, tenía el rostro ligeramente contraído en una mueca que no supe identificar, más que nada por la oscuridad que nos rodeaba. Lo escuché balbucear angustiado, con voz quebrada, como si estuviera a punto de llorar. Acaricié su cabello llamándolo hasta que por fin despertó, al verme, se abrazó a mí como un niño pequeño.

—¿Qué te sucede?

—U-una pesadilla, lo siento —murmuró contra mi pecho—. C-creo que es el estrés.

Solté un pequeño suspiro estrechándolo con un poco más de fuerza contra mí. No pasó demasiado hasta que sentí que se relajaba, tal vez estaba olvidando lo que había soñado o, bien, volvía a quedarse dormido. Miré la habitación con la mente en blanco antes de recostar la cabeza sobre mi brazo con cansancio, cerrando los ojos.

—Lo siento... —dijo de nuevo con voz suave.

—No importa.

Sentí que se apartaba ligeramente de mí, que se movía y, acto seguido, sus labios contra los míos en un beso tan suave y dulce que casi me hizo olvidar quién era y qué era lo que quería de él. Lo miré cuando se separó, sus ojos tenían un brillo que no supe descifrar. Sentí pena por él, parecía afectado por la pesadilla. Pasé mis dedos tan suave como pude por su mejilla, logrando que las comisuras de sus labios se curvaran en una pequeña sonrisa. Era lindo, mucho más lindo de lo que debería. Empañaba a todos los chicos con los que había tenido relación, ellos habían sido la envidia de todo mundo. Incluso Oliver lo había dicho, aun cuando no se acostaría con un chico ni por todo el dinero del mundo. Pero Eve era distinto, sus rasgos tan distintivos lo hacían resaltar del resto. Antes de que pudiera darme cuenta, me acerqué a su rostro uniendo nuestros labios de nuevo. Nos separamos unos minutos después un poco agitados, no me había dado cuenta que lo tenía, prácticamente, pegado a mi cuerpo. Acomodó la cabeza contra mi pecho nuevamente, enredé los dedos en su cabello en una pequeña caricia. Cerré los ojos, aunque no me quedé dormido al instante, esperé un rato para asegurarme que Eve estaba tranquilo por fin. Pasó alrededor de media hora, o al menos lo sentí así por culpa del sueño, al que me rendí.

Por la mañana, desperté por culpa de la alarma de Eve, que ni siquiera tuvo tiempo para apagarla, se levantó de un salto para correr al baño. Solté un suspiro, me estiré hasta la mesa de luz que estaba del otro lado de la cama, su lado, y la apagué logrando ver que tenía mensajes sin leer, tuve curiosidad, pero antes de siquiera intentar desbloquear el celular, lo solté al escuchar ruido en el baño, aunque Eve no había salido. Me recosté boca arriba observando el techo, seguía con sueño, pero sabía que no volvería a quedarme dormido. Solté un pequeño suspiro cuando Marko apareció en mi cabeza, me preocupé por él, probablemente el idiota había sacado a nuestro padre del calabozo donde lo habían metido y del que no debería salir nunca. Tomé mi celular y tecleé un simple "¿cómo estás?". No estaba seguro si estaría despierto a esta hora, sabía que se tomaría unos días de descanso de la universidad, tal vez estaría durmiendo todavía. Solté un bostezo dejando mi celular sobre mi pecho. Escuché la ducha, Eve tardaría un poco más en salir del baño, así que me levanté y comencé a alistar la ropa que usaría para ir a trabajar, necesitaba algunas prendas más, pero no quería traerlas, no antes de tenerlo completamente atado a mí. Poco después, salió con una toalla atada a la cintura, con otra secaba su cabello despeinándolo. Me hizo una seña para que entrase en cuanto lo miré, tomé mi ropa y me metí para ducharme y prepararme. Una vez listo, volví al cuarto, Eve estaba sentado en la cama mirando su celular.

—Al fin saliste, Dragan.

—¿Estás de malas?

—Si te levantaras con náuseas día por medio, ¿no lo estarías tú también?

Nuestro errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora