Dragan
Oliver jugueteó con el cigarrillo con los dedos, hacía un rato que lo tenía en la mano y no lo encendía. Hablaba sin detenerse como si fuera una radio encendida, me ponía de los nervios cuando se comportaba así. Le di un sorbo a mi café dispuesto a no prestarle atención. Mi celular vibró en mi bolsillo, lo saqué y miré la pantalla, era Eve. Se aburría en clases al parecer. Le envié una foto de Oliver gesticulando como un idiota. No tardó en llegarme su mensaje, ni los reproches de mi amigo por no prestarle atención, acto seguido, una bola hecha de su servilleta sucia me golpeó en la frente.
—Estoy gastando mi puto día libre en ti y no me escuchas.
—Si así eres ahora, ¿cómo serás cuando nos casemos?
—Oh, cállate, Dragan. Además, no le quiero quitar el lugar a Eve.
Entorné los ojos logrando que soltase una carcajada. Intenté cambiar de tema, pero solo logré que se burlase de mí un rato más. Después, encendió el cigarrillo y continuó hablando distraídamente sobre Astrid. Seguía sin interesarme demasiado lo que me decía, pero no podía hacer nada más que hacer de cuenta que lo escuchaba. Mi mente divagaba por varios pensamientos banales, saltando de uno a otro sin que prestase atención a ninguno realmente. De fondo tenía la voz de Oliver que hacía surgir nuevos pensamientos cuando algo de lo que decía me llamaba la atención. Nos fuimos poco después hablando distraídamente. Cada tanto, le echaba un vistazo a la hora como si tuviera algo más que hacer que dar vueltas con Oliver. De repente, me percaté que estábamos cerca de la escuela de Eve y que era su hora de salida. Intenté pasar desapercibido, no quería saber si se había dado cuenta de que estaba ahí. ¿En qué momento lo había traído por aquí justo a estas horas?
—Ey, Dragan.
Pegué un respingo como si hubiera escuchado al mismo demonio, me giré y lo miré, Eve me devolvía la mirada con una pequeña sonrisa, a su alrededor estaban sus amigos, observándome también.
—Hola, Eve. No sabía que venías a esta escuela. Escuché que es una de las mejores.
—Lo es —le sonrió a Oliver—. ¿Estaban dando una vuelta?
—Algo así.
—¿Volveremos juntos, Dragan? —se dirigió hacia mí de nuevo.
—Vuelve con tus amigos.
—No seas así con tu novio, Dragan —intervino Oliver—. Vamos, Eve, te acompañamos.
Eve sonrió emprendiendo camino seguido por sus amigos y Oliver. No tuve más opción que seguirlos. Me acerqué a mi novio para evitar lo más que pudiera al idiota de Dylan, que, para mi fortuna, se había entretenido hablando con Oliver. Sentí, de repente, un roce en mis dedos antes de sentir una mano pequeña tomar mi mano y entrelazar nuestros dedos. Me volví a Eve, él hablaba tranquilamente con sus amigas, como si hubiéramos salido de esa forma miles de veces. Las chicas me incluyeron en su conversación haciéndome preguntas o molestándonos a ambos. Las chicas y Dylan se despidieron a unas cuadras de la casa de Eve y entraron a la casa que, si no recuerdo mal, era de Suzana. Nosotros seguimos camino hablando, o al menos Oliver y Eve lo hacían, yo me dedicaba a pensar en cualquier cosa que me distrajera. Parecía que cada vez que intentaba alejarme un poco de Eve, terminaba justo frente a él, casi como si tuviera un imán que evitara que me apartase mucho tiempo. Al llegar a su casa, solté su mano y me despedí diciéndole que volvería más tarde antes de llevarme a Oliver lo más rápido que pude.
—¿Qué te sucede? ¿Te da vergüenza que vea a tu novio? —preguntó en tono burlón.
—¿De qué hablas?
—Has estado en silencio todo el camino, apenas hablaste con él o conmigo. ¿Acabas de descubrir la vergüenza?
—Mejor cállate, idiota.
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Nuestro error
Teen Fiction⚠️Nota: libro dos de Broken boy ⚠️ Un pequeño error llega a sus vidas para entrelazarlas de forma inesperada, obligándolos a buscarse después de una noche que casi había desaparecido en sus memorias. ¿Serán capaces de enfrentarse juntos al capricho...