Capítulo 14

5 1 0
                                    

Dragan

Miré desde la barra a los chicos que bailaban en la pista junto con Oliver y otros amigos, aunque apenas podía distinguirlos por las luces que se encendían y apagaban constantemente y la gente que los rodeaban. Odiaba tener que salir a clubs con Oliver y sus amigos, no porque no me llevara bien con ellos, sino porque me obligaban a ir a clubs heteros y si me acercaba a cualquier chico con otra intención, lo más probable era que me ganar un golpe en el rostro, sin contar que muchas chicas se me acercaban pensando que era como mis amigos. Tomé un sorbo de mi cerveza percatándome que Oliver se acercaba a mí transpirado y con una pequeña sonrisa.

—¿Cuándo te volviste tan aburrido?

—Desde que tuve que venir a un club hetero.

Mi amigo soltó una risita acomodándose el cabello. Pidió una cerveza para acompañarme y se sentó en el banquillo que estaba a mi lado.

—Prometo compensártelo.

—Espero que no pienses compensarme como lo suele hacer Milan.

—Lo siento, eso no va a pasar, Dragan, no eres mi tipo.

Esta vez el que rio fui yo. Tomé otro sorbo y observé la marea de gente que bailaba en la pista.

—¿No quieres bailar?

—No, prefiero que no se me peguen tanto las mujeres y tú tampoco deberías querer ahora.

—Astrid no es mi novia aún —sonrió—. Además, voy a tomar este tiempo como una despedida de soltero.

Volví a soltar una pequeña risita y tomé un sorbo de mi cerveza. De repente, sentí mi celular vibrar en el bolsillo, metí la mano, lo saqué y lo miré, era un mensaje de Sevag preguntándome si iría a pasar la noche con él. Miré la hora, eran las tres de la mañana apenas, tomé lo que quedaba en mi vaso meditando unos instantes. Finalmente decidí ir, dejé el vaso en la barra y guardé el aparato en mi bolsillo.

—Me tengo que ir, Oliver —él me miró—. Sevag me pidió que vaya a su casa.

—¿Y desde cuándo haces lo que Sevag quiere?

—Desde que estoy en un club hetero y se me pegan solo mujeres.

En su rostro se dibujó una sonrisa un tanto burlona; ya sabía qué quería decir sin que usara palabras así que sólo me encogí de hombros con una sonrisa similar. Le pedí que me acompañara hasta el guardarropa y, luego, cerca de la entrada para despedirnos. Una vez fuera, me puse el abrigo y eché a caminar, quedaba un poco lejos, pero no me importaba, prefería caminar para retrasar lo más que podía el momento en el que tenía que acostarme con Sevag, aunque no me molestaba demasiado, ahora mismo necesitaba divertirme con algo más que no fuera la cara que ponían las chicas después de enterarse de que era gay. Metí las manos en los bolsillos intentando apalear un poco el frío que hacía. Cuando llegué a la casa de mi novio, saqué mi celular y le envié un mensaje esperando que no se hubiera quedado dormido ya. Pronto, escuché pasos detrás de la puerta, luego esta se abrió dejándome ver su rostro. No tardó ni un segundo en abalanzarse a mí para abrazarme, rodeé su cintura con mi brazo izquierdo, lo metí en la casa y cerré la puerta con la mano libre. Lo tomé en brazos y lo llevé hasta el cuarto mientras él se dedicaba a besarme el cuello. Sentí que mi cuerpo comenzaba a reaccionar, aunque mi cabeza estaba inundada de imágenes de Milan y otros chicos con los que me había acostado.

Desperté cuando escuché el agua de la ducha, abrí los ojos con pesadez y busqué mi celular en la mesa de luz, pero pronto recordé que debía de estar en alguno de mis bolsillos aún. Me levanté con pereza, tomé mi pantalón y rebusqué en los bolsillos hasta dar con el aparato. Lo saqué y miré la hora, eran las ocho y media de la mañana; ¿qué mierda hacía Sevag levantado tan temprano un sábado? Solté un suspiro pesado y volví a acostarme. De repente, escuché pasos entrar a la habitación. Abrí los ojos y busqué a mi novio, él me sonrió al notar mi mirada.

Nuestro errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora