14. Una cachetada

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Era lunes por la tarde y yo me encontraba en el coche de Valerie rumbo a su casa, ya que ella me mandó un mensaje el fin de semana para continuar con el trabajo al salir del instituto. Eso significaba que tenía que comer en su casa y, según ella, a su padre no le importaba, es más, quería que fuese.

Ir a comer a su casa era algo que me provocaba inquietud, aunque su padre era muy majo lo cual me tranquilizaba un poco.

Y te preguntarás, ¿Ellie, cómo has hecho para que tú amiga no supiese que has salido del instituto con Val? Pues está mañana le he dicho que me venía a buscar mi madre.

Cuando llegamos a su casa, el padre se encontraba en la cocina terminando de preparar la comida. Aunque a mí me surgió una pregunta, ¿dónde estaba la madre? Igual se encontraba en el trabajo y por eso no podía venir a comer.

Mientras tanto, Valerie y yo subimos a su cuarto para dejar nuestras cosas. Cuando vi su cuarto me di cuenta que algo raro había en la pared donde tiene las fotos puestas. Ella entró al baño para echar su equipaje de baloncesto al cesto para lavar y yo me acerqué a dicha pared, descubriendo que había colgado la foto que nos hicimos este sábado.

Joder, dijo que la iba a colgar en su cuarto y apenas la ha llevado dos días para hacerlo, es una chica rápida. Aún así, estoy en shock, no esperaba que fuera a hacerlo de verdad.

—¿En serio?

—Si, te dije que lo iba a hacer. Cumplo con mi palabra.

—Que boba eres— giré los ojos aunque una estúpida sonrisa apareció en mi rostro.

Cuando bajamos las escaleras, el padre ya tenía la mesa preparada para la comida. La rubia y yo nos sentamos al lado y Arthur trajo la comida, la cual tenía una pinta deliciosa. Había hecho pescado al horno con patatas y ensalada.

—¿Qué tal os ha ido el día hoy?

—Muy bien, ha sido un día tranquilo— dijo Valerie.

—Si, estoy de acuerdo.

—Elodie, ¿tú también vas a algún club?

—Si, al de fotografía.

—Que divertido, me tienes que enseñar lo que haces.

—Cuando quieras, Arthur— sonreí para después comer un trozo del delicioso pescado. Desde luego que este hombre sabe cocinar.

—¿Qué tienes pensado hacer cuando termines el instituto?

—Mmm... si te soy sincera, todavía no lo sé. Es una decisión muy difícil.

—Lo entiendo perfectamente, no entiendo por qué a vuestra edad os hacen tomar una decisión así. Habrá muchos que sepan lo que quieran hacer pero otros muchos no, y no pasa absolutamente nada.

—Totalmente de acuerdo— respondió la rubia.

—¿Te gustan los deportes como a Valerie?

—No, me gusta leer y el arte.

—Eres de las mías entonces— el hombre sonrió mientras pinchaba las hojas de lechuga de su ensalada.

—¿Te gusta leer?

—Me encanta, sí, aunque a veces no tengo tiempo por el trabajo. Tengo una pequeña biblioteca en la segunda planta, cuando quieras te puedo dejar algún libro.

—Me encantaría, gracias.

—¿Tienes hermanos o hermanas?

—Tengo una hermana mayor.

—Papá, deja ya las preguntas de una vez— la rubia miró a su padre con cara de molestia.

—Vale, está bien— él rio para después continuar comiendo.

El Arte De Ser Invisible (lgbt+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora