54. ¿Qué sabes?

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Entré por la puerta de casa tras pasar toda la semana con ella. Me acabo de bajar del coche pero ya la echo de menos, es penoso lo mío. Pero tras pasar días mágicos tocaba volver a la anodina realidad. Al menos todavía nos quedan dos semanas de vacaciones.

Mi madre me saludó y me dio un abrazo, algo raro viniendo de ella pero supongo que es porque nunca había estado tanto tiempo fuera de casa. Y sinceramente, es una de las mejores decisiones que he tomado este año. Después, comenzó a preguntarme que había hecho y si me lo había pasado bien. Ella, al contrario que mi hermana, apenas me había hablado por mensaje durante toda la semana.

—Tu hermana está arriba, salúdala.

Afirmé con la cabeza y subí las escaleras, yendo primero a mí cuarto a dejar mis cosas para después llamar a la puerta de mi hermana. Sin esperar una respuesta por su parte yo abrí la puerta, encontrándola tumbada en la cama con su móvil. Cuando me vio, se levantó de inmediato y se lanzó sobre mí abrazándome demasiado fuerte, como si no me hubiese visto desde hace años.

—Por fin estás aquí. Te echaba de menos— ella se separó de mí y ambas nos sentamos en su cama.

—Yo a ti no— bromeé.

—¡Qué mala!— movió su cabeza de una lado a otro—. Bueno, ¿y qué tal con tu no-, quiero decir, con Valerie?

—Bien, como siempre.

—Os lo habéis pasado muy bien, ¿no? Encima las dos solitas, toda la casa para vosotras— ella movió sus cejas para después guiñar un ojo.

Yo arrugue mi cara ante el extraño comportamiento de ella. Siempre que me habla de la rubia actúa así.

—Si, hemos hecho muchas cosas. Hasta hemos cocinado.

—Sois muy amigas vosotras dos, ¿o no lo sois?

—Si. Si, somos amigas, ¿por qué dices eso?

¿Acaso sabe algo que yo no sé? ¿Por qué me pregunta eso? Ya sabe que Val y yo somos "amigas", aunque en realidad seamos novias.

—No sé, es que sois muy cercanas... Nunca te había visto así con otra persona...— ella sonrió mientras alargaba mucho las palabras. No la entiendo—. Tu sabes que a mí me puedes contar cualquier cosa, ¿no?

Comencé a temblar. Lo sabe, sabe lo mío con Valerie, si no, ¿por qué me hace tantas preguntas? ¿Por qué me dice eso? Jamás en la vida la he oído decir que la puedo contar cualquier cosa.

—¿Qué dices? ¿Por qué dices eso?— comencé a moverme en el sitio y a jugar con mis manos.

—Para que lo sepas, para que seas consciente que soy tu hermana y que me puedes contar lo que sea sin miedo alguno.

—Emm... yo... S-si lo tendré en cuenta.

Sentía como mis manos comenzaban a sudar ante esta conversación, pero no me iba quedar así, no puedo. Necesito saber sobre qué es conocedora ella. Necesito saber por qué no para de preguntarme sobre Val.

—¿Qué sabes?— pregunté decidida en un acto de valentía.

—¿De qué?

—P-pues no sé, es que haces muchas preguntas que no vienen al cuento. Es como si conocieras algo que yo no sé.

—Mira, ¿quieres que te sea sincera? ¿Quieres que te lo cuente o prefieres decirme algo tú primero?

—No entiendo nada— contesté muy confundida. Es que no sé qué se supone que la tengo que contar—. Yo no sé qué te tengo que decir, así que dímelo tú.

El Arte De Ser Invisible (lgbt+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora