8. Tendremos que quedar

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El fin de semana había pasado rápido y ya era lunes. El sábado Audrey continuó con su interrogatorio, pero yo apenas le contesté a sus preguntas. Solo le he dicho que esa chica y yo no nos hemos liado, que simplemente estuvimos hablando y que no sé su nombre, cosa que ella no se ha creído, pero aún así no me ha empujado a charlar más sobre el tema.

El domingo no hice nada en particular, prácticamente estuve toda la tarde leyendo mientras escuchaba música con los cascos. Eso sí, por desgracia, también tuve que hacer deberes.

—No os olvidéis que el trabajo por parejas es para dentro de un mes— gritó el profesor Hedley tras sonar el timbre que indicaba el fin de su clase.

Todo el mundo comenzó a arrastrar la silla y a levantarse huyendo rápidamente de clase. Yo de mientras recogía mi material y lo metía en mi mochila.

A mi lado se encontraba Valerie con su mesa ya recogida y mirándome. Hoy llevaba unos pantalones cargo negros con varios bolsillos y correas, una camiseta larga negra con rayas blancas y por encima de esta una camiseta negra con un dibujo. Cómo siempre, llevaba muchos collares y anillos, con los cuales sigo sin saber cómo logra escribir.

No voy a mentir si dijese que hoy se veía realmente bien.

—Bueno, ¿pues tendremos que quedar un día no?

—¿Cómo?— la miré extrañada y espantada.

De ninguna manera iba a quedar con ella. Aunque pensándolo mejor, lo del viernes no estuvo tan mal... Ugh en que estoy pensando, no, no voy a quedar con ella.

—Si, para hacer el trabajo, pero si quieres podemos quedar para hacer otras cosas...— dijo Valerie bromeando mientras se reía al ver mi cara de terror.

No acaba de decir lo que acabo de escuchar. A veces no la soporto de verdad.

—Era una broma— se rio todavía más fuerte— Pero en serio, tenemos que quedar para empezar el trabajo. Contra antes lo terminemos mejor.

—Vale.

—Eso sí... me tendrás que dar tu número, no sé— dijo ella mientras ambas nos levantábamos y cogíamos nuestra mochila andando hacia el pasillo.

—No— me niego rotundamente, ella no necesita mi teléfono.

—Pero entonces no vamos a poder hacer el trabajo correctamente.

—Ugh, vale.

—Toma, escríbele.

Valerie me dio su móvil y cuando escribí mi número el segundo timbre sonó. Mierda, voy a llegar tarde a filosofía y cómo ya esté la señorita Brown en la clase estoy muerta.

—Mierda— dije mientras Valerie me miró con cara de extrañada.

—¿Qué p-?

—Adiós— me despedí sin dejarla terminar de formular su pregunta. Comencé a correr hacia la puerta de la clase de filosofía.

—Hasta mañana— echó una carcajada viendo lo que hacía.

Una vez llegué a la clase sin aliento, ahí estaba la profesora. La señorita Brown me miró con cara de enfado, la que me espera.

—Señorita Anderson, ya ha tocado el timbre. Espero que tengas un justificante.

Observé a mi amiga, la cual ya se encontraba mirándome con cara de preocupación. Yo la miré y encogí mis brazos, no sé cómo voy a salir viva de esta.

El resto de la clase también me estaba mirando y esto me estaba poniendo más nerviosa. Ahora todo el mundo se preguntará por qué llegué tarde.

—Mmm, n-no, no tengo justificante.

El Arte De Ser Invisible (lgbt+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora