28. Me dormí

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El día de hoy era muy lluvioso, en el cielo solo eran visibles las blancas nubes. Acababa de venir del instituto hace dos horas y ahora tenía que esperar a que viniera la rubia, ya que habíamos quedado hoy martes.

El día de hoy era claramente para tomar un chocolate caliente, estar con la manta y ver películas. No me apetecía hacer nada más, bueno, pasar tiempo con ella y exclusivamente ella.

Cómo hacía frío, me había puesto un pantalón de chándal y la sudadera que Val me prestó, o mejor dicho, la robé. Era tan cómoda y calentita, que en serio, no me la quería quitar de encima, y no tenía pensado hacerlo, a no ser que me la pidiera.

Mientras esperaba a Val me puse a leer un rato, pero a los pocos minutos alguien llamó a mi puerta. Seguramente será mi madre que querrá que la ayude con algo.

Yo giré los ojos y dije:

—¿Qué quieres?

—Quiero verte.

Esa voz no era de mi madre, era de la rubia. ¿Ya ha venido? ¿Por qué no he oído el timbre?

Yo inhalé y exhalé. Tranquila, Elodie, no te pongas nerviosa, ya estás acostumbrada a la presencia de Valerie, ¿verdad?

Puse mi mano en la manilla de la puerta y la abrí despacio. Poco a poco veía a la rubia, hasta que abrí la puerta por completo. En frente mío estaba ella, con su preciosa sonrisa de siempre y su estilo de ropa perfecto.

—Hola, cariño.

—Hola, hermosa— dije sonriendo como una boba mientras miraba al suelo. Notaba como ella me estaba mirando y sonriendo como yo.

—¿Me vas a dejar pasar o...?

—Oh... si, si, pasa— me aparté de la puerta y la dejé pasar. Esta era la segunda vez que ella veía mi habitación.

Cerré la puerta tras nosotras y ella se sentó en mi cama sin miedo alguno. Yo me puse delante suyo y me senté en mi silla.

—Te queda mejor que a mí.

—¿Qué?— contesté confusa.

—Mi sudadera, te queda mejor que a mí.

—Aaaa... bueno si... luego te la devuelvo, el otro día se me olvidó...

—Más bien me la robaste, pero no me importa, quédate con ella.

—N-no, no, en serio, luego te la doy.

—Quédatela y no discutas conmigo. Esa sudadera es ahora tuya.

—B-bueno... si tú lo dices...

Me siento mal por esto, siento que acabo de robarle su sudadera, pero es que era demasiado cómoda, tenía su olor y además, me recordaba a ella. Me la quería quedar y bueno, ella me la ha dejado, eso sí, ahora siento que le debo algo... ¿Debería comprarle otra sudadera? Creo que sí, ya lo haré.

—He pensado que hoy es el día perfecto para ver algo en el portátil mientras tomamos un chocolate caliente. ¿Qué te parece?

—Si, me gusta la idea. Hoy no hace muy bueno para salir a la calle.

—Voy a bajar a por el chocolate y algo de comida. Mientras, tú mira a ver si alguna película o serie te llama la atención— contesté dándole mi portátil.

Cuando bajé a la cocina estaba mi madre tomando un café. Yo comencé a preparar el chocolate caliente mientras cogía algo de comida.

—Tendrías que invitar más a tu nueva amiga, me ha caído muy bien.

El Arte De Ser Invisible (lgbt+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora