50. Como una escalera

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Val y yo nos dirigíamos hacia mi cuarta fiesta del año. Si, la cuarta fiesta a la que voy en cuestión de cuatro meses, ni yo me lo creo. Pero al menos se supone que está fiesta va a ser más pequeña que las demás, lo cual agradezco. Además, es una buena oportunidad para poder conocer en más profundidad a los amigos de la rubia y así entender una parte de su vida.

A ella le hizo mucha ilusión cenar con sus amigos anoche, les echaba de menos y es normal. Ellos han sido sus amigos durante años y tener que irse de tu pueblo natal a vivir un nuevo capítulo en otro debe ser muy duro, y más sin tener a nadie allí. Mirándolo por el lado positivo, gracias a eso nos hemos conocido y según ella ese movimiento era necesario.

Valerie aparcó el coche delante de la casa de Theo, la cual era bastante grande o al menos así lo parecía desde afuera. Salimos del coche y andamos hasta llegar a la puerta. Al menos está cerrada, eso ya es un signo de que no es una gran fiesta, todo lo contrario a las demás a las que he acudido, todas con la puerta abierta, listas para recibir a todo el mundo.

Estoy muy nerviosa, demasiado. Ayer estuvimos con ellos un rato, pero apenas tuve tiempo o bueno, mejor dicho, apenas hablé con ellos por pura vergüenza y porque yo prefiero observar. Pero hoy íbamos a pasar gran parte de la noche, lo que significa que tendré que hablar algo más, aunque yo sinceramente prefiero hablar un poco con cada uno a solas, así socializo mejor.

Valerie notó que estaba muy tensa y me agarró la mano.

—Cálmate, ayer les caíste genial. Han dado su visto bueno— ella se giró para mirarme y guiñó un ojo.

—¿Seguro? Si apenas hablé... joder, es que soy idiota. No hablé casi con ellos Valerie. Se van a pensar que soy una callada y todo por mi timidez y es que...

—Ey— ella me interrumpió mientras colocaba su mano libre en mi cara—. Eso no es cierto, hazme caso, les conozco desde hace mucho tiempo y les has caído genial. Te han tratado como una más del grupo y eso no lo hacen con cualquiera.

—Si así lo dices...

—Hazme caso, Ellie. No seas tan insegura contigo misma. Les has caído bien. Cuando entremos te vas a dar cuenta— ella se acercó y me dio un dulce beso en los labios, lo que hizo que yo me calmase un poco—. Ahora vamos a entrar.

La rubia tocó el timbre de la casa y a los pocos segundos se abrió, pudiendo ver a Theo. Su pelo estaba algo alborotado y llevaba una pantalón vaquero y una camiseta blanca de manga corta. ¿No se muere de frío?

—Hola, chicas— él sonrió y se acercó a darnos un corto abrazo a ambas. Sus amigos son todos demasiado cariñosos—. Entrad, ya están todos aquí.

Nosotras entramos y fuimos al salón, donde se encontraban sus amigos de ayer y alguna que otra cara nueva. Pero en general, no éramos mucha gente y la música que tenían estaba a un volumen adecuado. Cuando llegamos todos nos saludaron, dándonos la bienvenida, como si fuéramos super especiales. Jamás me había ocurrido algo así, sinceramente, yo siempre he sido la invisible del salón.

—Te voy a presentar a Nick. Él es otro de mis amigos más cercanos— ella me llevo hacia un sofá donde se encontraba un chico pelirrojo junto a otro que tenía el pelo teñido de color blanco—. Hola Nick.

El pelirrojo se levantó de inmediato y abrazó a la rubia.

—¿Qué tal Valerie?

—Cómo nunca he estado— ella sonrió y colocó un brazo alrededor mío—. Y todo es culpa de esta chica de aquí.

Yo sonreí tímidamente mientras bajaba la mirada hacia el suelo. Si ella supiera que por su culpa yo también estoy muy bien.

—¡Tú eres Elodie!— él se acercó y me abrazó. Creo que jamás había sido abrazada por tanta gente—. Por fin conozco a la novia de Valerie. Qué alegría.

El Arte De Ser Invisible (lgbt+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora