2. Historia del arte

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Tras tres largas horas escuchando a los profesores repetir la misma mierda sobre cómo van a evaluar y de qué tratarán sus asignaturas, era la hora del recreo o lunch. Mi amiga y yo siempre comemos en un banco ubicado en una esquina del jardín del instituto, salvo cuando llueve o hace mucho frío, donde solemos ir a la gran cafetería del Eastview.

Hoy como el día estaba soleado me dirigí hacia nuestro banco. Cuando llegué ya estaba mi amiga esperándome con una gran sonrisa. ¿Qué le pasará ahora a esta mujer?

—Hola girl, ¿qué tal las tres primeras horas?— dijo a mi amiga.

—Bueno, ya sabes, lo mismo de todos los años. El primer día nunca se hace nada. ¿Y tú qué tal? Me habrás echado mucho de menos.

—Pues la verdad es que sí— ella rio.

—De todas formas, ¿Por qué estás tan sonriente? Ya has conocido a algún chico que te gusta, no me digas más— dije riéndome.

A Addie le encantan demasiado los chicos, cada día tiene un nuevo crush, pero se la pasa rápidamente porque siempre encuentra alguna cosa que hace que la dejen de parecer atractivos.

—Bueno... igual sí, pero eso no es lo que te tengo que contar.

—A ver, sorpréndeme— contesté mientras comía el bocata que mi madre me había preparado anoche. Si, soy muy vaga pero que le voy a hacer.

—Bueno, me he enterado que hay una chica nueva este año a la cual expulsaron de su antiguo instituto. La gente dice que es muy borde y misteriosa.

—¿Y? A mí eso no me interesa.

—Ya lo sé, pero tú sabes cómo me encantan los cotilleos, siempre me entero de todo lo que pasa.

—Si, y la verdad, no sé cómo lo haces.

—Una detective no desvela sus fuentes. De todas formas...— hizo una pausa para después continuar—. Quizá está chica nueva es del colectivo, quien sabe...

Al escuchar eso no pude evitar dar un golpe a mi mejor amiga. ¿Esta que se cree? Está desesperada por buscarme una novia y la verdad es que no entiendo por qué.

—Auch— gritó la de ojos verdes—. Eso me ha dolido. No sé, tú piénsalo, igual hasta acabas el instituto con novia. ¿No estaría genial?

—Audrey Lester, cállate de una puta vez. Te juro que no sé porqué te aguanto.

—Me amas y lo sabes. No podrías vivir sin mi.

—Lo peor es que es cierto, idiota. Ahora háblame sobre ese chico que te gusta.

Tras estar hablando un rato, sonó el timbre y nos tuvimos que levantar y dirigirnos hacia el instituto.

—Te veo en las dos últimas clases, loser— dijo yendo hacia el pasillo donde la tocaba su siguiente clase.

Tras esto me dirigí hacia la cuarta clase del día, historia del arte, mi asignatura favorita junto con literatura. Cuando entré en la clase ya estaban algunos compañeros sentados en sus sitios. Yo cómo siempre, decidí ponerme en la fila del medio de la clase. Es el mejor sitio, es perfecto diría yo, no estás ni muy cerca ni muy lejos del profesor.

El segundo timbre de aviso sonó, lo que indicaba que la clase debía comenzar, con lo cual el resto de los compañeros que faltaban empezaron a llenar la sala. Por supuesto, la fila de delante y el sitio de al lado mío estaban vacíos. Nunca nadie se quiere sentar junto a mí, a no ser que todos los sitios estén llenos. Pero no pasa nada, mejor para mí, así nadie me molesta.

El Arte De Ser Invisible (lgbt+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora