55. Fin de año

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Cerré la puerta de mi casa y miré hacia la carretera. Valerie había traído hoy la moto y no voy a mentir eso me pone nerviosa, pero yo sé que ella es buena conductora. Me acerqué a ella viendo el outfit que había elegido para despedir el año. Llevaba un pantalón negro, la sudadera que la regale por Navidad y una cazadora negra.

Me coloqué delante de ella con una sonrisa mientras ella se quitaba el casco para verme mejor. Su pelo cayó en cámara lenta mientras se levantaba y se acercaba a mí, colocando una de sus manos en mi espalda baja y la otra en mi cabeza, para después acercar su rostro al mío. Estar así de cerca con ella es algo que todavía me sigue provocando mariposas en el estómago. Mariposas que no paran de revolotear en un espacio tan pequeño. Llevé mis manos hacia su cintura y ella giró ligeramente su cabeza mientras rozaba sus labios con los míos lo que hacía que sintiera su respiración. Sin malgastar un segundo más, me besó lentamente aunque al mismo tiempo con prisa.

Cuando separó nuestros labios yo ya estaba echando de menos la sensación que me daba, aunque ella comenzó a posar sus boca en mis mejillas, en mi frente, en mi barbilla... Literalmente me estaba besando toda la cara, como si fuese un perro. Yo reía sin parar ante la actitud que tenía. Me dijo que me iba a comer a besos cuando me viese y eso había hecho.

—Siempre cumplo con mi palabra— dijo ella mientras continuaba dejando miles de besos por toda mi piel.

—Lo sé, eres un poco cabezota. Pero no me quejo, me puedes besar todo lo que quieras.

—¿Estás segura de eso? Porque entonces no pararía.

—¿Sería infinito?

—Sería infinito.

—Pues que aburrido entonces.

—Que mala eres— se apartó ligeramente de mi cara, dejando de besarme.

—Lo infinito es aburrido, pero tus besos no— aclaré en caso de que no estuviera entendiendo mi broma.

—Que romántica— se acercó y volvió a besar mis labios.

—Por supuesto, lo he aprendido de los libros.

Ambas nos reímos y ella se giró para sacar el casco que me compro. Aunque antes de que me lo colocara decidí contarle algo.

—Mi hermana ha descubierto lo nuestro.

—¡Qué! ¿Cómo? ¿Se lo ha tomado bien? Dime que sí por favor— habló muy rápido mientras entraba en pánico ligeramente. Se nota que tiene un poco de respeto a mí hermana, y es que es cierto lo que ella misma me dijo el otro día, a veces parece mi madre.

Eché una carcajada al ver su cara de pánico y tensión mientras esperaba a mi contestación.

—¿Me estás haciendo una broma?— frunció el ceño al ver mi reacción.

—No. El domingo cuando me dejaste en casa comenzó a decirme cosas extrañas y yo le pregunté qué sabía. Me dijo que intuía que estábamos juntas y bueno, mi lenguaje corporal contestó.

—¡En serio! ¿Y aprueba nuestra relación?

Volví a reírme para acto seguido decir:

—Si, tranquila. Me ha dicho que hacemos una buena pareja y que está contenta por ambas.

Ella echó aire por su boca, a modo de relajación.

—Menos mal, al menos ya tengo su aprobación. Eso me preocupaba.

—Mi hermana es buena, se iba a alegrar. Y tú la has caído genial— reí ante la preocupación que tenía.

—Pues, ¿sabes que? Se lo he contado a mi padre y no le ha sorprendido en absoluto.

El Arte De Ser Invisible (lgbt+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora