27. ¿Te pongo nerviosa?

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Hoy era Halloween y yo estaba que me moría de los nervios. Íbamos a ir a visitar una casa del terror, lo que hacía que yo estuviera muy asustada. Nunca había hecho algo así, y pese a que las películas de miedo no me provocan terror, tengo miedo que esta casa lo haga. ¿Y si me asusto mucho?

Por otra parte, ¿qué disfraz tiene preparado Addie para mí? Sé que es mi amiga, pero a veces no confío en ella, y uno de esos momentos es ahora mismo.

Toqué el timbre de la puerta de su casa y mi amiga me abrió. Ambas nos abrazamos y subimos a su habitación.

—Te tengo preparado un disfraz que te va a encantar. O bueno, igual le gusta más a otra persona— dijo guiñando un ojo.

—Me das mucho miedo. No sé qué esperarme de ti.

—Te he comprado esto cuando fui con Chloe de compras— ella fue a su armario para sacar el disfraz pero yo la interrumpí.

—Espera, ¿has ido con Chloe de compras?

—Pues claro, ya que tú últimamente estás muy ocupada con tu querida rubia.

—Tu y Chloe sois muy amigas, espero que no me sustituyas.

—Eso nunca, tu eres mi perra— cuando dijo esto yo comencé a reír—. Ahora mira lo que te he comprado.

Ella abrió su armario, sacó una bolsa y me la lanzó, así es ella. Yo la abrí y tenía un pantalón vaquero negro, una camisa blanca con manchas de sangre falsa y una máscara.

—¿Y que se supone que es esto?

—Tu disfraz, que va a ser.

—No— respondí riendo—. ¿De que es el disfraz?

—Pues vas de asesina. Mira la sangre falsa que puse.

—No está mal. Al menos no tengo que ir con un vestido.

—Lo sé, te conozco perfectamente. De hecho, es la razón por la que escogí eso.

—Voy a ponérmelo en el baño.

Fui hacia el baño, me coloqué la ropa y salí.

—Estas... ¡Perfecta!— me miró de arriba a abajo, analizándome—. Pero... estos dos botones suéltalos.

—No, ni de coña.

—Si te los sueltas, te aseguro que Valerie va a mirarte ahí— señaló mi pecho.

—¡No, por favor! No digas eso.

Ella se acercó y me desabrochó los dos botones de arriba, lo que hacía que se me viera la zona de mi clavícula y lo justo de piel para que no se vieran mis pechos.

—¡No puedo ir así!

—Vas a ir así, te obligó yo. Ya verás como te va mirar...

—Es que no quiero que me mire.

—Pero si te encanta que lo haga.

—Te odio— miré hacia otro lado para evitar que me sonrojara ante su comentario, porque lo peor es que era cierto—. Vete a vestirte.

Mi amiga puso sus ojos en blanco y fue al baño. Cuando salió, llevaba puesto un vestido rojo con una diadema de cuernos rojos.

—¿Vas de demonio? Para eso no hace falta que te disfraces, ya eres así cada día.

Ella abrió la boca y sus ojos se abrieron.

—Me acabas de ofender y mucho.

—A veces, solo a veces, eres como un demonio— maticé.

El Arte De Ser Invisible (lgbt+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora