47. No seas infantil

16K 956 155
                                    

En un abrir y cerrar de ojos la última semana de instituto antes de las vacaciones de Navidad había pasado. Ya era lunes por la tarde y yo ahora mismo me dirigía hacia la antigua casa de Val en el coche de su padre.

—¿Cómo has conseguido que tu padre te dejé el coche durante tanto tiempo?

—Fácil, hemos hecho un trueque. Yo le he dejado mi moto y él a mí su coche.

—¿Sabe conducir la moto?

—Por supuesto, le encantan las motos y a mí también— ella sonrió mirándome rápidamente.

Yo afirmé con la cabeza y continúe mirando por la ventana. Ya estábamos en el pueblo de Valerie, pero antes de ir a su casa íbamos a parar en el supermercado para coger las cosas necesarias para sobrevivir estos días.

La semana pasada Addie y Chloe han continuado sin hablarse. Las dos intentan evitarse y cuando tienen que estar juntas en el recreo no se atreven ni a mirarse a la cara, eso sí, las he visto mirarse de reojo cuando la otra estaba distraída. Es como si las dos estuviesen avergonzadas de lo que ocurrió el viernes en aquella fiesta, como si se arrepintiesen. Yo creo que ambas necesitan hablarlo y aclarar lo que opinan de aquello, pero parece que no lo quieren hacer.

Valerie aparcó el coche cerca de un supermercado y nosotras nos bajamos del coche para entrar.

—Que sepas que yo voy a comprar las cosas. Me niego a que compres tú algo.

—No, no es justo.

—Si lo es. Vamos a estar en tu casa y yo te lo tengo que devolver de esta forma— ella giró los ojos mientras las puertas se abrían automáticamente—. Por cierto, ¿tienes pensado ir a cenar a algún sitio?

—No, podemos pedir alguna cosa a domicilio.

—No, voy a hacer pizza. ¿Te apetece?

—Si, me encanta.

Cogí un carrito y comenzamos a caminar por las miles de secciones del supermercado. Yo saqué la lista de la compra que había hecho y me dispuse a rellenar el carrito.

—Vienes preparada.

—Pues claro, me gusta tener todo planeado si no me pongo nerviosa.

Ella se rio y yo seguía echando cosas al carro. Con mi bolígrafo comenzaban a tachar las cosas que iba cogiendo. Tómate tengo, queso también, papel, patatas, verduras... Tras pasar una media hora comprando pasamos por la caja y nos fuimos cargadas de bolsas al coche.

—Te has gastado mucho dinero, Ellie.

—No, me he gastado lo necesario para sobrevivir está semana.

—Si tu lo dices... La casa está muy cerca de aquí. Cuando era pequeña solía acompañar a mi madre a las compras en este mismo supermercado— ella arrancó el motor y salió del aparcamiento. Yo coloqué mi mano en su muslo para tranquilizarla.

—Tengo ganas de que me enseñes tu pueblo, quiero conocer el lugar donde pasaste tu infancia.

—Y yo tengo ganas de enseñártelo todo. Gracias por decir que sí a esta cita— ella me miró sonriendo ampliamente y yo le devolví la sonrisa.

No voy a mentir, estaba algo nerviosa puesto que eran muchos días las dos solas, pero sinceramente tenía ganas de pasar más tiempo con ella, de conocer sus raíces, de conocer más sobre ella y de hacer cosas divertidas. Así también iba a ser capaz de desconectar un poco del instituto y de mi mierda de vida.

—Ya estamos— desconecté de mis pensamientos y miré hacia la ventana.

La casa tenía un buen tamaño, era de color azul claro y tenía un pequeño camino que daba a la puerta principal.

El Arte De Ser Invisible (lgbt+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora