67. ¿Estás segura?

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—Lo he pasado fatal cuando me has hecho subir a esa cosa.

—Se llama montaña rusa— ella rio.

—Me da igual. Jamás me volveré a subir ahí, por poco se me sale el corazón del pecho.

—Exagerada. Estabas conmigo, no te ibas a morir.

—La noria ha sido lo mejor y no me lo puedes negar.

—Especialmente la foto que nos hemos hecho con el atardecer detrás. Me la voy a poner de fondo de pantalla.

Ella giró su cabeza para mirarme rápidamente y luego llevar sus ojos hacia la carretera. Yo inevitablemente bajé la mirada para ver la camisa negra que llevaba, la cual tenía un poco remangada.

—¡No! Esa me la pido yo. Tu cógete otra— respondí.

—Eres malvada. Pues me voy a poner la foto que nos tomamos cuando quedamos por primera vez. ¿Lo recuerdas?

—Como si fuese ayer. Todavía recuerdo como no quería sacarme la foto contigo.

—Pero logré que lo hicieras. Estoy orgullosa de mi misma.

Aparcó el coche y salimos para entrar en casa. Ya era por la noche y habíamos pasado casi toda la tarde en la feria del pueblo, donde habían varias casetas con juegos y algunas atracciones. Habíamos comido tanto que no íbamos a cenar, además, teníamos la casa para nosotras solas porque el padre de Val se había ido esta tarde, ya que tenía que trabajar en el hotel por la noche. Según él no le hacía mucha ilusión tener que trabajar esta semana de noche porque iba a tener que revisar las reservas y demás papeles, pero era lo que le tocaba.

Subimos hasta su cuarto y yo me senté en la cama, mientras que ella abrió la puerta del baño y se acercó al lavabo para comenzar a quitarse el escaso maquillaje que se había puesto. Yo comencé a observar las vistas. Llevaba un pantalón negro muy pegado, lo que hacía que se marcaran su piernas, cosa que me gustaba mucho. Por no hablar de la camisa que tenía metida debajo del pantalón... Llevo viéndola todo el día con esa prenda que le quedaba tan bien y en lo único que puedo pensar desde que salimos de casa es en quitársela.

No sé porqué pero hoy me sentía muy extraña. Quería besar, tocar y sentir a Valerie todo el día. Me sentía más cariñosa de lo normal y no sé si es por culpa de las hormonas o por lo bien que se veía hoy, pero la necesitaba. No sé si esto es algo bueno o malo, pero nunca me había sentido así.

Me levanté de la cama y entré en el baño, sin dejarle tiempo para que reaccionara me coloqué detrás de ella y la encerré para que no pudiera irse. Coloqué una de mis manos en su espalda y la pegué hacia el lavabo, pegando nuestros cuerpos por completo, cosa que la tomó por sorpresa porque con rapidez se agarró a la superficie del lavabo. Miré hacia el frente para poder ver su rostro a través del espejo. Ella tenía una ligera sonrisa en sus labios, una parte más levantada que otra, y yo sé que esto le ha gustado, pero le va a gustar más lo siguiente que voy a hacer.

Con mi mano izquierda agarré su cintura con fuerza y la otra mano la llevé hacia la zona de su clavícula, donde podía sentir el hueso. Después, subí un poco esa mano y la lleve hasta su cuello, haciendo un poco de fuerza para que le echara hacia atrás, cosa que hizo. Me puse un poco de puntillas y comencé a besar su cuello lentamente, moviendo mis labios por la zona. Su pecho comenzó a moverse de arriba a abajo con un poco de rapidez, aunque yo estaba igual.

—Ellie...

Un suave ruido salió por su boca lo que me hace saber que esto le está gustando mucho y yo sabía que iba a ser así, con lo cual sonreí. Aunque sentí como no podía continuar, puesto que necesitaba respirar, así que quité mi boca de su cuello, pero esto no iba a parar, esa no era mi intención. Bajé la mano que tenía en su nuca y comencé a jugar con el cuello de su camisa, al mismo tiempo que acercaba mi boca a su oído.

El Arte De Ser Invisible (lgbt+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora