Extra: Dos años, dos corazones.

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Nate Samuels

Dos años. Dos putos años. La esperé, seguimos con nuestras vidas, separados pero teniéndonos el uno al otro en las buenas y en las malas. En un punto no me aguanté y tomé el primer avión a Paris que encontré. La recuperé. Nos volvimos a dar la oportunidad de amar.

Charlotte cumplió su sueño, y yo cumplí uno de los míos al verla triunfando. Es famosa, muy famosa. En parte se convirtió en todo lo que temía de niño, pero ahora, ella es todo lo que amo.

Yo también seguí con mi vida, estudio medicina y me va muy bien si puedo presumir. Vivo con esos dos idiotas que llamo amigos, son mi familia. Josh y Megan tienen una relación bastante estable, y Alan pues está perdido. Quien diría que ese chico, mi primo que decía que la vida solo era para divertirse, terminaría enamorado. Y hablo en serio, Charlotte no me creyó del todo cuando le conté el chisme, pero es real, puedo asegurarlo.

El golpe de una almohada en mi rostro me devolvió a la realidad. Mire mal al responsable. Bruno.

—Nate, deja de holgazanear, estas en la luna— se burló— Vamos, llegó la hora.

Miré mi reloj y me levanté de la cama de Bruno. Vine aquí para ir al aeropuerto. Hoy es jueves, el esperado jueves en que Charlotte vuelve a casa.

Dijo que nos veríamos mañana pero no me aguanto de ir por ella, necesito verla hoy si no quiero enloquecer. Bruno y Mía no irán, ellos acaban de llegar de la universidad y respetarán la petición de Charlotte, quiere concentrarse en su hermano desde hoy, ellos no se han hablado desde que ella se fue, se preocupa por él aunque Liam la trata como mierda. Ellos la apoyan.

Yo no, porque me importa una mierda Liam, y quiero ver a mi chica.

Baje las escaleras con una amplia sonrisa. Tal vez fue algo extremo pero apenas terminé mi última clase del semestre corrí a casa para empacar, tomé el auto y llegué aquí. Bueno, pasé a mi casa, saludé a mis padres, mi madre me obligó a comer con ellos y después me vine a casa de Charlotte. No soy muy bienvenido pero es lo qué hay, tengo a Bruno que me defiende.

Los padres de Charlotte irán y planeo colarme en su auto. Debo verme adorable y confiable. Soy un yerno muy confiable.

—Hola señora Black, que linda se ve hoy— la halagué— Señor Black, siempre es un gusto verlo— sonreí— ¿es un traje nuevo? Se le ve muy bien.

Mía y Bruno se quedaron a un lado, reprimiendo una risa.

La señora Black me acepta, creo. Supongo que se dio cuenta de cuánto amo a su hija. En cambio el señor Black me odia, y me aterra. Lo admito, da mucho miedo ahora viéndome así como si quisiera matarme.

—Hace tiempo que no te veía, Nate— la señora Alison sonrió.

—Hacia tiempo que alguien no estorbaba en mi camino, hasta hoy— dijo el señor Black, viéndome con los ojos entrecerrados— solo no te mato por Charlotte, pero te lo mereces. Solo te lo recuerdo por si se te ocurre lastimarla otra vez, cuida tu espalda— amenazó.

Yo asentí rápidamente, tragué en seco.

—Yo... ¿puedo ir con ustedes? Si no, no importa, iré de todas maneras pero podríamos ir juntos y acompañarnos— propuse, tratando de ignorar la mirada asesina del señor Black.

El señor Black puso los ojos en blanco y salió de la casa. La señora Alison soltó una risa, seguramente por mi cara de espanto.

—Vamos, Nate. No me importa llegar tarde pero Charlotte me mataría— admitió.

Me despedí de los chicos y corrí al auto antes de que el señor Black me deje aquí. Subí al asiento trasero de una camioneta negra, enorme, me quedé maravillado con los detalles del interior. Este auto es hermoso. Y rápido, muy rápido. Tuve que afirmarme al asiento porque aceleró de golpe, la señora Alison estaba viendo su teléfono muy tranquila mientras que yo temía por mi vida. Me incliné entre los dos asientos para poder hablar con ellos.

Todo comenzó con su Mirada | ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora