36- Apodos e invitaciones

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Con Samuels bajamos del auto y caminamos hasta la entrada de la escuela. Mia y Bruno llegaron antes, nosotros por alguna razón extraña nos quedamos dormidos, estaba realmente cómoda y no quería levantarme.

Cuando nos acercamos a la entrada lo tomé del brazo, frenándolo, ya que estaba caminando más rápido que yo.

—Oye espera.

El se detuvo y me miró atento.

—¿Que pasa? Yo ya voy a entrar.

No quiero que vayas antes.

—Yo estaba pensando... que podríamos entrar juntos ¿No?— pregunté algo insegura.

Samuels tenía una expresión de asombro, luego miró hacia la entrada.

—¿Juntos?

—Si. ¿Porqué? ¿No te gusta la idea? Porque si no quieres está bien yo...

—Oye, ridícula, déjame hablar— me interrumpió— Me gustaría hacerlo, pero ¿Estas segura? Tú eres la chica famosa que tiene una imagen que cuidar.

—¿Eso es lo que te preocupa?

—No. Sabes que odio a las personas y me da igual lo que digan sobre mi— afirmó, yo asentí— Pero a ti si puede afectarte, después de todo siempre estás brillando, yo soy todo lo contrario— suspiró— Me refiero a que, las personas sabrían sobre esto, ¿No te preocupa el hecho de que no combino ni un poco contigo? Mírame, mi ropa, mi actitud, nada va contigo.

Yo me acerqué y tomé su mano.

—No me interesa lo que digan, eres mi casi pareja o lo que seamos— bromeé, el sonrió— Yo quiero estar contigo sin esconderme, es mi vida, no la suya. Además si te veo, tú ropa es normal y te ves guapo— dije divertida— No tienes que combinar conmigo porque no eres un bolso ni unos tacones. A mi me gusta Nate Samuels, a la mierda el resto.

Samuels tomó mi rostro con su mano y me besó, juntó su frente con la mía.

—Está bien, ¿Entonces puedo besarte contra los casilleros cuando se me de la gana?

—Claro.

—¿Y qué esperamos entonces?— dijo emocionado, yo reí mientras él tiraba de mi mano, caminando hacia la entrada del instituto— Nunca estuve tan motivado por entrar a la escuela.

La entrada a la escuela puede ser intimidante para algunos, pero no para nosotros. Jamás pensé que algún día entraría tomada de la mano de ese chico que odié desde el primer momento en que lo vi. Todo parece sacado de una película, este sería el momento en el que caminamos en cámara lenta siendo observados por todos. Con confusión, asombro, y tal vez envidia. Nada me importó, más bien se sentía liberador, como si hubiera cumplido algo con lo que había soñado mucho tiempo, poder pasearme de la mano con el chico que quisiese sin distracciones ni obstáculos, me sentí bien, y él también. Samuels me miró, me preocupaba más él, no está acostumbrado a recibir tanta atención pero no parece molestarle.

Caminamos hasta llegar frente a su casillero, yo me apoyé en el que estaba a un lado. Algunos se nos quedaron viendo pero no les presté atención.

—¿Mucha atención?— pregunté, él sacó un libro, el timbre de entrada sonó.

—Si. Pero a quien le importa, después de todo, no es tan terrible— dijo mientras cerraba su casillero y se acercaba a mi.

Todos comenzaron a desaparecer por los pasillos dirigiéndose a sus clases, Samuels me dio un último beso seguido de sonreír.

—¿Vienes?

—Adelántate, guardaré mis cosas.

El asintió, se puso la capucha de la sudadera y caminó al salón. Yo me dirigí al casillero, ya no hay nadie por los pasillos así que es silencioso, guardé algunos libro que traía en mi bolso y lo cerré dispuesta a irme, lo hubiera hecho de no ser porque un brazo se interpuso en mi camino y me acorraló, miré al responsable, no me gustó tal sorpresa.

Todo comenzó con su Mirada | ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora