51- ¿Como se destruye a una Black?

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Charlotte Black

Semanas atrás...

Observé aquella notificación en su teléfono con confusión. ¿Que está sucediendo? Dice que tiene un correo electrónico de mi parte. Traté de abrirlo pero me pidió una contraseña.

—Mierda— maldije bajito.

Alto. Nate siempre desbloquea su celular con su huella.

No era algo que haría normalmente. Porque estoy invadiendo su privacidad, pero esto es importante, así que me decidí, tomé su mano con delicadeza y puse su dedo en la pantalla, al momento en que el celular se desbloqueó pude ver que en la pantalla de inicio tiene de fondo una fotografía nuestra. Es como la que yo tengo para darle, el mismo día, posición diferente. Porque la que tiene es una en la que logró robarme un beso.

Sonreí sin poder evitarlo, mi lindo chico, es todo un romántico pero aún así se empeña en hacerse el duro. Porque su fondo de pantalla de bloqueo es un simple coche. Porque ese es Nate, si lo ves así, es un chico serio, pero si entras en su corazón, puedes conocer al chico más dulce que existe.

Me dolió el corazón, porque ahora todo parece borroso. Y cuando abrí su correo electrónico mi mundo se vino abajo. Me senté en el suelo y puse una mano en mi boca, reprimiendo los sollozos de mi parte. Porque todos los correos que tenía allí eran míos, todos aquellos correos que escribí con tanto amor por años y que iban dirigidos a una sola persona.

Mason Walker.

Me quedé un rato viendo los correos que él ya había abierto y me recordó todo lo que yo solía ser. Todo lo que supuestamente Nate me ayudó a superar. Y todo lo que Mason demostraba ser. Dejé su teléfono en su lugar y me negué a creer que lo que estaba pensando era real. Todo podía tener una explicación lógica. Debía tenerla.

El chico que amaba, el no podía haberme traicionado así. Menos dos veces.

Investigué por mi cuenta. Y lo presioné varias veces haciéndome la inocente, para ver sus reacciones cuando mencionaba ese nombre.

—Mason.

Nate, o como sea que se llame, casi deja caer todas las chispas de chocolate sobre la mezcla que estábamos haciendo. Se puso muy nervioso, y cada vez que lo hacía, más me hacía odiarlo. Porque sabía que su teatrito estaba destruyéndose. Y aunque lo sabía, todo lo que confesé, mis sentimientos, todo era real. Y me dolía mucho porque no sabía a quien estaba hablándole. Si a Mason o Nate. No tenía idea.

Y todos aquellos ¿Tienes algo que decirme? Iban de verdad, porque en el fondo mi corazón podía soportar un poco más el oír la verdad de él. Le di la oportunidad de decírmelo pero no ocurrió. Fue un maldito cobarde, un imbécil que prefirió envolverme en una mentira constante.

Pero no fue el único. De eso me di cuenta en el momento en que decidí contárselo a mi madre.

—Cariño, ya, puedes llorar todo lo que quieras— dijo mientras me abrazaba, ambos sentadas en el sofá de mi habitación.

—Nate es Mason, mamá. Todo este tiempo he vivido una completa mentira— lloriqueé— y descubrí que ese chico que yo creía que era Mason se llama Josh. Es un farsante. Seguramente le dio dinero para joderme la vida. Nate es un imbécil— lancé una almohada al otro extremo de la habitación— el no me ama.

—Él si te ama— respondió— Solo que no hizo bien las cosas. Mentir así jamás es una buena idea. Y su error fue llevar las cosas demasiado lejos.

—Hablas con un tono que me hace creer que lo defiendes.

—No lo hago.

—Pues pareciera que si— respondí— Me mintió.

—Si. Hizo algo horrible, y te apoyo completamente— aclaró— Pero quizá, se dio cuenta de su error y quizo remediarlo. Porque tal vez sintió que te perdía, y no es agradable ver como la otra persona parece estar bien sin ti, que parece feliz sin necesitarte— dijo viendo un punto fijo en la pared.

Yo fruncí el ceño.

—¿Lo sabias?

Mamá levantó la mirada con culpa, yo reí secamente.

—Claro que lo sabías.

—Lottie solo...

—Déjalo así, mamá. No lo arruines más— me limpié las lagrimas y salí de mi habitación. Ignorando sus llamados.

Nate estaba fallando. Pero tal como su teatro parecía tener sus altibajos, también el mío. Y me lo pensé mucho. Kian tenía razón. Siempre elijo a los que me destruyen, porque son la misma persona. Así que lo llamé, y pasó por mi aquella mañana, aparcó en un lugar y hablamos. Yo hablé, aunque sabía que estaba dejando mi orgullo de lado, pero necesitaba a un amigo. Y Kian jamás me ha dejado sola, ni aunque yo cometa mil errores.

—Perdona— lloriqueé— Es que, me duele y se que dijiste que ya no serias mi pañuelo de lagrimas, pero de verdad necesitaba hablarlo. Desahogarme.

Kian me abrazó. A pesar de todo me escuchó pacientemente y me entendió.

—No te disculpes conmigo. Charlotte, yo no voy a sacarte en cara nada. Cuando te vi con él estaba molesto. Pero era cierto cuando te dije que yo seguiría para ti como un amigo. Así que no sientas pena al contármelo, porque seguiré apoyándote. Y nada de lo que supiste es fácil de callar— acarició mi mejilla.

Yo me tomé un tiempo para calmarme, y fue allí cuando pude decirle lo que en realidad iba a hacer originalmente antes de romper en llanto.

—¿Podrías decir en la agencia que si quiero el viaje a Paris?— pregunté.

Kian me observó asombrado. Asintió con una sonrisa.

—Si, claro que si. Dios, Charlotte— exclamó emocionado— Es la mejor decisión que pudiste tomar. De verdad, y se que estás sufriendo mucho, pero te vendrá bien iniciar de nuevo. ¿No crees?

—Si, yo creo que si— dije viendo mis manos.

—Yo... no es la mejor manera de que te hayas decidido, porque sé que estás enamorada de él. Aun así me gustaría preguntarte si estás segura de tu decisión— yo lo observé con confusión— Lo amas, Charlotte. Amas a Nate, y no me gustaría que después te dieras cuenta de que cometiste un error al irte.

—No. Yo amaba a Mason, y luego yo amé a Nate. Y resulta que ninguno de los fue real. Así que no, porque me enamoré de una ilusión, no lo vale— dije segura— no voy a quedarme por él. Ya no me ancla aquí.

Kian asintió lentamente. Entendiéndome, y no protestó más al respecto.

—Quien sabe, Lottie. Quizá es una señal. Y podamos encontrar la felicidad— sonrió— ¿quien sabe si encuentras a algún parisino?

Me dio un codazo amistoso, yo reí, agradecida por hacer que las cosas se alivianen un poco. Y fue bueno hablarle. Porque esa mañana no tenía planeado que todo se fuera a la mierda en la noche.

Pero exploté, ambos lo hicimos, terminamos en ese bar. Yo bebí, pero no tanto como Josh creía, actué bien, estoy orgullosa de eso. Y a la mañana siguiente todo terminó. Todo se fue a la mierda.

Todo comenzó con su Mirada | ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora