Chicago (pt.1)

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– ¿Ya casi llegamos papá?

Haechan se removió algo inquieto, mirando por la ventanilla sin importarle aplastar con sus pies descalzos la barriga de Taeil, que dormía acurrucado en Johnny sin ser consciente de nada a su alrededor. Eran un desastre en aquellos asientos, pero a John no le importaba estar acalambrado si Taeil por fin había encontrado una posición cómoda para descansar.

– Ya casi, hijo, en media hora. Ven, vas a lastimar a tu papito.

– Pelo quielo vei las nubes pá. La veidá.

El niño ignoró su petición, sentándose con cuidado sobre Taeil para seguir mirando por la ventanilla. Este se removió incómodo al sentir las rodillas de Haechan en sus costillas, haciendo una mueca de dolor.

– Lo siento tanto.

Johnny le besó el cabello varias veces, queriéndose disculpar en nombre de su pequeño.

– Está bien.

El bajito le sonrió con los ojos aún cerrados, parpadeando de forma lenta después de unos segundos para sentarse de forma correcta. Su cabello estaba en desorden pero el americano no le dijo nada, solamente besó su mejilla y le dijo que se veía muy precioso.

Pasajeros del vuelo IKAE 211, estaremos aterrizando en Chicago a las 6:40 am. Favor de prepararse para su llegada, gracias por confiar en nosotros.

– ¿Cuánto tiempo falta, John?

El coreano se sentía desubicado, tratando de guardar todas las pertenencias de Haechan en su bolso de mano, aunque era difícil porque el niño las había regado debajo del asiento. Además estaba cansado por todos los preparativos que hizo para aquel viaje y eso sin contar el nerviosismo que torturaba su estómago. No era la primera vez que viajaba a Chicago: vino cuando Johnny lo presentó a sus padres al cumplir un año de relación, después cuando les dieron la noticia de su matrimonio y los invitaron a la ceremonia y fiesta, después para pasar navidad, luego los padres de Johnny viajaron a Corea para conocer a Haechan cuando nació y también estuvieron presentes en su fiesta de primer año de vida y dónde hicieron su doljabi – en el que Haechan tomó la mano de Johnny, lo que auguraba que seguiría los pasos de negocios de su padre – y habían viajado cuando Haechan cumplió dos años para pasar el verano aquí. Tenía una relación envidiable con su suegra, pero seguía sintiéndose nervioso cada vez que se preparaba para verla.

– Quince minutos, amor ¿Por qué?

El bajito tomó a Haechan para colocarle un suéter con dificultad y rapidez haciéndolo enfurecer y patalear un momento.

– ¡Dios! ¿Por qué no me avisaste antes? ¿No te das cuenta lo terrible que me veo? ¿Qué va a decir tu mamá? Guarda todas las cosas y preparas a Haechan para bajar, tengo que ir al baño.

– ¡Pero si te ves tan lindo!

Johnny le tomó el mentón, logrando besarlo de forma breve antes de que se fuera al baño.

– Ya, pequeño rufián. Ya vamos a ver a tus abuelitos ¿Puedes quedarte quieto unos minutos?

Continuó guardando las cosas en la mochila de dibujos de dinosaurios y sentó al niño para ponerle los zapatos, acomodándole la ropa y el cabello de la mejor manera. Taeil regresó unos minutos antes de aterrizar, lucía fresco y mucho más despierto y Johnny no pudo evitar abrazarlo.

                 ʕ·ᴥ·ʔ ˁ˙˟˙ˀ ʕ•ᴥ•ʔ

– ¡Qué precioso es verlos! Por fin.

La madre de Johnny corrió a ellos apenas los vió aparecer en el pasillo del aeropuerto, abrazando primero a Taeil con Haechan en brazos, a quienes llenó de besos, y luego a su hijo que la superaba por mucho en altura. El americano estaba rojo hasta las orejas por todas las demostraciones de cariño pero aún así las recibía y correspondía: era su deber como hijo único y favorito.

Bear Family 🐻 JohnilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora