Hello Future: pt. 32.

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Yerin se sentó en su solitario consultorio, bebiendo con tristeza de su café.
Los viernes, el par de horas que le correspondían a Chenle seguían libres se dedicaba a pensar en él. Se reprochó una vez más la última vez que vió al niño, pensando que quizá pudo haber hecho algo más.

El último viernes, Chenle dió un sorbito a su café frío. La terapeuta notó sus amotoratadas ojeras y la palidez de su rostro.  Sus labios lucían algo agrietados también.

– ¿Cómo te sientes el día de hoy?

–  Cansado. Estoy cansado. – el niño se colocó la capucha de la sudadera y luego jugó con sus propios dedos. Luego reflexionó sus palabras y se mordió la lengua, fingiendo una sonrisa agradable. – Ya sabes, los exámenes finales. Ya va a terminar el año y me está costando mucho mi trabajo final de... Geometría y el de Cálculo inferencial.

Estaba cansado de mentir pero hasta hablar le daba pereza. Sólo quería estar en su cama y dejar de sentir que tenía la culpa de todo lo malo que ocurría en el mundo.
Ojalá todo parara. No entendía por qué tenía qué existir y por qué le dolía tanto.
Si Dios existía, no comprendía por qué no le hacía un favor a todos y se lo llevaba de una vez. Pero jamás se lo diría a nadie.

– Estás algo pálido. ¿Desayunaste hoy? ¿Ya almorzaste?

Chenle negó ambas veces con la cabeza. Ni siquiera había podido dormir bien porque la discusión con Johnny acerca de lo de Haechan lo había puesto muy mal y aunque ya se habían disculpado, sentía que había sido más por el estado en qué su padre lo vió que por otra cosa.

Lo había llamado niño. Le dijo que estaba decepcionado. Ni siquiera lo llamó por su nombre, no le dijo mi amor, pecesito o bebé como siempre solía decirle. El amor de Johnny hacia él también se había terminado.
Antes de irse a la escuela no le había dado hambre y su papi Taeil no le había preparado el lonche de la escuela porque tuvo que irse más temprano con su hermano, aunque ya le daba lo mismo.

– Bueno, podemos comer unos sándwiches que traje de casa ¿Qué piensas?

Yerin se regañó mentalmente por hacer todo para proteger al niño, pero cuando este asintió y la miró con gratitud no le importó nada más. No podía romper la línea con su paciente, pero su instinto maternal hasta ahora invisible salía a la luz con la presencia de Chenle.

– Mi mamá los preparó para mí. – tomó su bolso y buscó la sandwichera gigante. Chenle sonrió de lado y aceptó el suyo. Ignoró el nudo en la garganta lo mejor que pudo para poder disfrutar su primer alimento del día.

– Está muy rico.

– ¿Verdad que sí? Siempre tendré uno para ti.

– Te lo agradezco.

Los dos terminaron de comer en silencio y luego ella volvió a ponerse seria, mirando sus apuntes, aunque recordaba cada detalle de él.

– Chenle, estos meses conociéndote han sido muy agradables. – el niño asintió sin mucho interés. Al fin sería libre. Al fin. Pero ¿En qué no se equivocaba el pobre últimamente? – Pero, durante las sesiones he podido notar que hay emociones preocupantes dentro de ti. No es tu culpa: el entorno, el clima, muchas cosas pueden influir.

– No entiendo.

– Necesito hablar con tus tutores y pedirles una cita. ¿Qué día crees que sea conveniente? – Chenle se puso de pie con enfado, sintiéndose traicionado.

– Prometieron que la terapia terminaría al mismo tiempo que este curso.

– Lo sé, pero no puedo ignorarte Chenle. Necesitas apoyo. El cariño de tu familia es lo primordial para comenzar.

Bear Family 🐻 JohnilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora