Siete meses

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Johnny ya no lo besaba en la frente todas las mañanas, ya no intentaba abrazarlo en las noches ni tampoco le prestaba la misma atención a la que él estaba acostumbrado. Lo trataba de manera cordial, pero nunca intentaba algo más y eso le dolía.

Diciembre inició y la primera semana se les fue volando. Taeil se levantaba de la cama muy rara vez para tomar agua y comer cuando Haechan le decía que le tenían preparado algo, y luego volvía a la habitación a dormir. A Johnny le preocupaba y lo vigilaba constantemente mientras descansaba. No le gustaba verlo así de decaído: quería darle su cariño y apoyo, pero cada que le ofrecía su ayuda únicamente obtenía malas contestaciones y tratos aún peores, llegando a veces a ser violento.

– Papi vamos a it de complas. Vamos papi. Quielo que vayas pofavoit. Vamos ándale.

Haechan se acercó a la cama y pegó la nariz a la mejilla de Taeil con dulzura. El adulto le sonrió y le dió un beso en la frente.

– No puedo ir mi amor. Me duele mucho la panza.

– ¿Quieles que te dé besitos en la pancita pala que te sientas mejoit? O te ablazo.

– Si me abrazas fuerte me sentiré mejor.

Su hijo le sonrió de lado y se recostó junto a él un momento, rodeándolo con brazos y piernas. Johnny, que observaba todo con Lele en brazos desde el umbral se sintió frustrado una vez más.

– Quelía que fuelas con nosotlos papito heimoso.

– La próxima vez si iré, muñeco.

– ¿De veidá?

– Si. No te pongas así. Vas con tu papá y tu hermanito. – Taeil le acarició su puchero y sus mejillas curvadas hacia abajo. – Diviértete mi niño.

– Uhum. Te voy a complait algo.

– No es necesario mi cielo.

– Si quielo.

Ambos se dieron un gran abrazo y luego de verificar que el niño estaba bien abrigado Taeil lo dejó ir, volviendo a sumirse en sus pensamientos hasta que se durmió de nuevo.

– ¡Papi! Puedes venit poi favoi.

Taeil miró somnoliento a su hijo y luego vió el reloj. Ya era algo tarde para que siguiera despierto y ni siquiera los oyó llegar de las compras. Se sentía muy perdido.

– ¿Qué pasa mi bebé?

– Ven pofavoit papi. Quelemos que veas algo.

– Pero...

– ¡Papi pofavoit! Pofavoit ven lápido.

Haechan daba saltitos de impaciencia mientras él se levantaba exhausto de la cama. Taeil lo tomó de la mano y se dejó guiar a la sala de estar, la cuál estaba oscura.

– ¡Ya papá plendelo!

Johnny se rió por lo adorable que era Haechan tan emocionado y obedeció, enchufando las luces del árbol de navidad. Taeil apreció los destellos de las lamparitas doradas que habían comprado el año anterior y las esferas azules y blancas, acompañadas en esta ocasión por bonitos colgantes de galletas de jengibre y ositos café de peluche con bufandas, gorritos y suéteres navideños.
Haechan gritó y señaló la estrella en la cima para que Taeil la viera. Era una brillante media luna amarilla.

– ¡También puse un pez! Viste.

Haechan lo jaló para que se acercara y pudiera ver un pecesito colgando también del árbol. Taeil le sonrió y lo levantó para abrazarlo, ignorando a Johnny y Chenle que los observaban con atención.

Bear Family 🐻 JohnilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora