Enfermedad

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Taeil sonrió con cansancio al escuchar la pequeña voz somnolienta de Haechan llamarlo desde la habitación, exigiendo de inmediato su presencia antes de armar un escándalo de aquellos que solo él podría hacer sin obtener más que cariñitos por parte de sus padres, como el consentido de tres añitos que es.

– Papi Teil. Pofavo. Veñ.

– ¿Papi Taeil?

– Papi veñ.

Taeil se apresuraba a entibiar la leche del pequeño, además de mezclarla con la dosis de jarabe para la tos que le correspondía. No entendía como Haechan no notaba el cambio en el sabor pero con tal de que se lo tomara sin hacer berrinche o vomitara no importaba.

– Ya llegué mi cielo, te traje tu lechita calientita.

Habló en voz baja y afectuosa al entrar a la habitación, moviendo el biberón de animalitos que tanto le gustaba a Haechan, quien se encontraba sentado junto a su padre vistiendo una adorable playerita rosada y sus enormes calzoncitos de pijama, los cabellos castaños revueltos y algunos restos de lágrimas en sus mejillas.
 
Se sentó cuidando no despertar a su esposo mientras la mirada traviesa de Haechan pidiéndole ser cargado con sus bracitos extendidos lo hacía sonreír. Tomó al pequeño para recostarlo sobre sus piernas, dándole de su biberón entrenador mientras le tomaba la temperatura y daba un masaje en los piecitos gorditos. Dejó besitos en su frente al revisar el termómetro y miró a Johnny descansando: se sentía deseoso de contarle que el resfriado que su bebe tuvo en los últimos días y que los había mantenido despiertos a ambos en las madrugadas ya había cesado, pero decidió dejarlo dormir más, dándole caricias y mirándolo con ternura: ver a Haechan llorando por la fiebre y dolor de garganta, desanimado, sin comer y durmiendo con dificultad había sido tan frustrante para ambos que Johnny había llorado junto a su hijo desde la segunda noche por sentirse incapaz de ayudarlo y Taeil tuvo que consolarlos a ambos.

Aunque las personas a su alrededor a veces daban opiniones sobre lo travieso que es su niño y que ambos debían ser más estrictos y disciplinarlo un poco más para que se comportara, ahora terminaba de confirmar qué preferían un millón de veces lidiar con todas las travesuras que se le ocurrían a su osito antes que verlo sufrir sin que ellos pudieran impedirlo.
Haechan le sonrió, soltando un momento el biberón y pasando sus manitas por su rostro.

– Ya toi bien.

– Lo sé ¿Ya te sientes bien? Estuvimos muy tristes, no te enfermes seguido bebé ¿Si?

Taeil besaba con ternura los deditos de Haechan mientras este asentía y balbuceaba un poco sobre sus planes en el parque hasta que sus ojitos se cerraron nuevamente.
Luego de mirarlo dormir por un rato y colocarle unas calcecitas Taeil lo recostó en medio de la cama, cubriéndolo lo necesario antes de quedarse dormido abrazado a él.

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– Papi John, pipí.

Haechan pasaba sus deditos por el rostro de su padre para despertarlo, con la carita enrojecida debido al esfuerzo por resistir hasta que lo acompañara al baño y no hacerse ahí mismo porque ya era un niño grande. Por su parte un desorientado Johnny respondió al llamado de su hijo luego de un buen rato, soltando una risa al ver el color de su carita.

– ¿Ya te sientes bien?

Johnny sentó en el inodoro a Haechan, quien cerró sus ojitos aliviado al llegar por fin a su objetivo y asintió ante la pregunta. La cara de satisfacción que tenía hizo reír a Johnny, deteniéndose únicamente por el repentino sonido de enojo de Haechan al ser la burla de su padre.

– Perdón mi nene, es que estás muy gracioso.

Se agachó para estar a su altura y limpiar con una toallita húmeda las lagañitas y mejillas del pequeño, haciendo un gesto de fuchi ante los olores de las necesidades de su hijo. Haechan soltó una sonrisa malvada antes de fruncir el ceño y seguir concentrado en lo suyo, apretando sus piernitas con ambas manos, pujando y haciendo más expresiones que hicieron reír a su papá una vez más.
Luego de limpiarlo, hacerle burla y lavarse ambos las manos se dirigieron de nuevo a su habitación, muy probablemente Haechan quería ver Winnie Poh un rato y Johnny quería abrazar un rato a Taeil.

– Vamos a dejar que papi Taeil duerma un rato más ¿Si?

Haechan obedeció con una sonrisa haciendo la señal de silencio sobre su boquita, bajando de la cama en silencio para reunir sus peluches de dinosaurios para que lo acompañaran a ver su caricatura. Winnie Poh lo hacía muy felíz y Johnny agradecía esa distracción para acurrucarse junto a Taeil y abrazarlo un ratito.

– Taeil, despierta y dame un beso.

Johnny puchereaba dejando besitos en el cuello y cabellos del mencionado mientras este se despertaba poco a poco, acariciando las manos calientitas de Johnny y entrelazandolas con las suyas.

– Hae ya está bien. Le di su jarabe hace un rato.

Taeil se giró para quedar frente suyo, abrazándolo y dando lentos besitos en su mejilla y barbilla.

– Lo sé, todo fue gracias a ti, mi Taeil.

– No es verdad, tú también estuviste con él todo el tiempo. Eres el papá más bonito del mundo, Johnny. Yo te amo mucho.

– Si soy todo eso que dices ¿puedes explicarme por qué no me has dado ni un beso hoy?

– Claro que te di besos, ¿Qué dices?

- Pero muy chiquitos y a mi me gustan más largos.

Taeil negó con una sonrisa, apretujandole una mejilla antes de unir sus labios en un pequeño beso que Johnny se encargó de hacer más profundo y cariñoso, reacomodandose para quedar sobre el más bajo y dejar caricias en su cintura.

– Ya superamos una enfermedad ¿No crees que estamos listos para hacerle un hermanito a Haechan?  Prometo que será menos travieso.

Johnny habló sobre sus labios, sólo para besarlo de nuevo. Ahora hablaban en susurros para no llamar la atención de Haechan aunque incluso si le hablaran directamente el niño no les pondría atención: la hora de Winnie Poh era otra cosa. Algo sagrado para su bebé.

– Para nada estamos listos para otro hermanito. Al menos hasta que tu hijo se comporte más.

– Bueno, bueno. ¿Y qué hay de sólo practicar hacerlo?

– Haechan estuvo enfermo y tenemos que revisarlo. Tal vez más tarde.

Taeil se sentó esperando ver a su hijo sentado en el borde de la cama, pero ya no se encontraba en la habitación. Ambos se levantaron a toda prisa, preocupados por la travesura que estaría haciendo, pero no tuvieron que buscarlo mucho, pues el pequeño devoraba una cajita de galletas de chocolate en completo silencio, sentado a mitad de la cocina con sus piernitas extendidas a los lados.

– Haechan ¿Por qué no nos preguntaste si podías comerlas? Aún no has desayunado bebé.

Johnny lo levantó en brazos con expresión seria, buscando que el pequeño criminal hablara.

– Haechan ya es un niño mayoit, no necesita peimiso pá.

Haechan negaba con su dedo índice frente al rostro de su padre, totalmente indignado ante esa injusticia. Su ceño fruncido lo hacía ver adorable, Johnny estuvo a punto de llenarlo de besos.

– Haechan ¿Por qué está esa leche derramada ahí?

Taeil señaló un rinconcito de la encimera con un gran charco de leche puesta ahí a propósito y Johnny se olvidó del gesto cariñoso que le iba a hacer a su hijo.
Ambos temieron lo peor, pero simplemente esperaron que su hijo se los confirmara.

– Poque soy un osito y los ositos tomamos agua así.

La cara del más alto cambió totalmente, listo para reprender al pequeño, mientras Taeil también se unía a mirarlo mal, muy mal. No creían posible que en cinco minutos su creación pudiera hacer algo así.

– No hijo, ¿Por qué haces eso?



















Bear Family 🐻 JohnilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora