Nueve años

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Chenle miró a su papi haciendo el desayuno en compañía de Haechan. El ahora adolescente había crecido mucho ya, pero seguía siendo el bebito de Taeil.

– ¡Papi! Recuerda que pasado mañana es lo de ballet. Y en tres días mi presentación de teatro. ¡Soy el cisne negro!

– Si mi vida. Claro que lo sé. Estoy muy orgulloso de ti.

Ambos se abrazaron y Chenle sonrió al verlos. Entró poco después a la cocina y Taeil lo hizo unirse al abrazo, acariciándole el cabello.

– Hola mi pecesito lindo.

– Hola pecesito chistoso.

– ¡Voy a cambiarme! Hoy tengo examen de mate.

Haechan anunció antes de dejarlos solos. Taeil acarició los delgados pómulos de Chenle y besó su nariz antes de soltarlo para servir los platos del desayuno.

– Papi...

– Dime nene.

– ¿Ya terminaste de leer mi cuento?

Taeil asintió, mirándolo a los ojos. Había leído dos veces ya el cuento de la luna y el pecesito y no dejaba de sentirse orgulloso del talento de su pequeño.

– Es mi cuento favorito en todo el mundo. Es muy bueno, mi amor.

– Que bueno que te gustó.

– Claro que sí mi vida. Me encantó. He leído muchos libros ¿Sabes? – Chenle asintió. Su papi era muy inteligente. – Pero el que tú hiciste fue mi favorito. Nunca había terminado de leer algo tan rápido. Ha sido el mejor cuento de todos.

El pálido niño estaba felíz. Taeil le besó la cara y acarició sus orejitas calientes.

– Papi...

– ¿Si?

– Entonces no vas a Holbox conmigo y con papá ¿Verdad? Haechan tampoco.

Aunque había ido el año pasado con Johnny para recibir su premio sobre su proyecto de protección a los tiburones ballena, tenía que volver para verlo puesto en práctica. Era algo muy importante y el niño daría una conferencia, lo cual lo tenía muy nervioso.

– No puedo ir... Mi amor, lo siento mucho. – susurró Taeil con pena, poniendo una mano en su hombro. – Me hubiera gustado mucho acompañarte. Mucho de verdad.

El año pasado Taeil tampoco pudo acompañarlos pues Haechan contrajo salmonela. Chenle asintió aunque sus ojos estaban bastante tristes. Ni Haechan ni él tenían la culpa de que las fechas de sus planes para esa ocasión se hubieran cruzado.

– No te preocupes papi.

– Sabes que te amo ¿Verdad?

– Si... Yo también te amo.

– Le pediré a tu papá que grabe todo para poder verte. Y te ayudaré a hacer tu maleta ¿Si mi niño?

– Si.

– Voy a extrañarte demasiado.

Chenle mordió su labio inferior y luego se puso a llorar, abrazándose al abdomen de su papi. Taeil lo rodeó con los brazos en un fuerte agarre, intentando calmarlo.

– No llores mi bonito. Lo siento mucho. ¿Quieres que vaya yo contigo y papá que se quede con Haechan?

Chenle negó con la cabeza, sorbiendo por la nariz.

– Haechan necesita que lo ayudes con sus vestuarios...

– Papá puede hacerlo. Dime qué es lo que tú quieres.

Chenle se limpió la cara con los dedos. Sabía que a Taeil también le emocionaba mucho ver a Haechan participar en esa obra porque hasta lo había ayudado a ensayar sus escenas.

– Está bien si va mi papá.

– ¿Seguro mi amor?

– Si.

Johnny apareció con una gran sonrisa en la cara mientras le entregaba a Chenle un folleto, abrazándolo por la espalda.

– ¡Ese es todo el recorrido que daremos en Holbox! Para que veas todo lo que se hizo con tu proyecto, me lo mandaron a la oficina. Será genial mi amor.

El americano no notó la humedad en los rostros de ambos porque estaba muy entusiasmado con ese viaje junto a su niño.

– Gracias papá.

– De nada campeón. Ve a arreglarte para la escuela. Anda.

                       ʕ·ᴥ·ʔ ˁ˙˟˙ˀ

La conferencia no le pareció tan complicada como pensó al principio. Sobre todo porque su corazón se sentía felíz al saber que sus estudios regionales, poblacionales y de medio ambiente que había hecho en verdad generaron un cambio positivo y se logró aumentar el número de ejemplares de tiburones ballena sin afectar en absoluto el ecosistema.

Johnny le sonrió confiado mientras lo tomaba de la mano para nadar juntos en la playa. Apreciaron juntos el lindo color anaranjado de aquel atardecer de su último día en Holbox y luego John sacó a su hijo del agua al notar que tenía muchas quemaduras en la piel por recibir tanto sol al que no estaba acostumbrado.
Taeil iba a matarlo.

Chenle obedeció y se sentó en la arena, dejando que John pusiera una toalla en su espalda. Como siempre su papá había hecho planes geniales para pasarlo bien en sus mini vacaciones.

Habían tomado mucha piña colada, hicieron snorkel, comieron peces preparados de todas las maneras posibles, nadaron con animales marinos, se tomaron muchas fotos con un tiburón ballena bebé que le permitieron apadrinar a Chenle y que decidió nombrarlo Taeyomi y aunque tenían algunos raspones de arena en brazos y piernas por todo lo que se divirtieron el agua salada estaba aliviando el malestar muy rápido.

– ¿Quieres que nos subamos otra vez a la banana?

Chenle asintió de inmediato, observando a su papá hacer su cabello hacia atrás y mover el brazo para llamar la atención del encargado de esa atracción. Más de una mujer volteó a verlo, pero el americano casi no lo notó.
Chenle se abrazó a su pierna, haciendo sonreír a John.

– ¿Qué pasa pecesito?

– Te quiero, papá.

John le acarició la mejilla con el pulgar, mirando a su niño sin dejar de sonreír.

– Mi bebé, yo te amo demasiado como no te imaginas.

– Yo también a ti.

– Eres lo mejor que hice ¿Sabes?

Chenle se sonrojó y se encogió de hombros, imitando algo que su papá diría.

– Supongo que sí. Soy genial.

 Soy genial

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Bear Family 🐻 JohnilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora