Miro la hora en el reloj de la cafetería. Falta una hora para mi próxima clase y estoy muriendo de aburrimiento. Luisa y Fer están en clases y Valentina no tiene clases hoy, lamentablemente no tengo más amigas cercanas con las que pueda distraerme.
Hablo con Mari por mensajes para tratar de hacer que el tiempo pase rápido. Todas las personas tienen un odio particular por los lunes, cuando el verdadero enemigo es el martes, es un día aburrido y es igual de largo que los lunes, no sé porque son tan aburridos.
—Hey. —Me llaman y yo levanto la mirada de mi teléfono. Miguel me mira sonriente y se sienta frente a mí. Genial, justo lo que necesito.
—Hey. —Lo saludo y vuelvo a mirar mi teléfono.
— ¿Estás ocupada? —Pregunta y yo lo miro.
— ¿Te parece que estoy ocupada? —Respondo satírica y él ríe.
—Estoy empezando a creer que no te caigo bien. —Alza una ceja. Me encojo de hombros.
—Que más da sí me caes bien o no. —Le resto importancia y Miguel se inclina sobre la mesa para estar más cerca de mí.
—Eres guapísima. —Me examina la cara antes de volver a sentarse.
—Lo sé. —Me limito a decir y puedo ver como trata de esconder una sonrisa burlona.
—Lo digo en serio. —Aclara y yo asiento con la cabeza. Se levanta de la silla sin dejar de hacer contacto visual conmigo. —Deberíamos salir un día. —Me sonríe coquetamente y ruedo los ojos. Es sencillamente insoportable
—Claro. —Miento y luego se va. Suerte que saldré con él, eso nunca pasará.