Me tambaleo por el pasillo hasta el baño. Me giro a mira hacia atrás para asegurarme que no me ha visto en mi vergonzosa caminata.
Me quito la ropa como puedo y me meto bajo la ducha, abro la llave y un pequeño chillido sale de mis labios al sentir el agua fría chocando con mi espalda. Escucho su risa a lo lejos y yo también río.
— ¿Todo bien ahí dentro? —Escucho su voz burlona a través de la puerta.
—Mejor que nunca, sólo que el agua está helada. —Digo y ella vuelve a reír. Tomo la barra de jabón y la deslizo por mi cuerpo hasta cubrirlo por completo por la blanca espuma.
Me quedo bajo el agua un par de minutos más con la esperanza de que me ayude a bajar un poco mi borrachera más rápido. Cierro la llave y salgo de la ducha. Busco una toalla para secarme y ponerme la pijama. Camino hasta la sala y la veo jugado en la consola de vídeojuegos.
Se ve tan concentrada y linda que soy incapaz de hablar. Sólo me recuesto de la pared y la miro hasta que termina la partida.
—Hey. —Dice cuando nota mi presencia.
—Tomé una ducha. —Murmuro y ella ríe. Pero que tonta. Timí ini dichi. ¿Desde cuándo soy tan torpe?
—Ya lo noté. —Dice burlona. Se levanta y pasa por mi lado. — ¿No vienes? —Pregunta y comienzo a caminar hasta ella.
Su cuarto es azul cielo. Tiene una pared de espejo desde el techo hasta el piso. En otra pared está el televisor, en el medio de la habitación está la cama, no está tendida pero tampoco precisamente desordenada.
Tiene una puerta que asumo es su armario. A los lados de su cama están dos mesitas con lámparas en ellas. Es sencilla, pero bonita, bueno, al menos a mí me gusta.
Mari se mete bajo las sábanas y hace espacio para mí. Camino hasta la cama bajo su mirada burlona. Ahora que puedo pensar mejor las cosas me siento tímida delante de ella.