Capítulo 12

7.1K 775 541
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

COLIN

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

COLIN

Tengo la teoría de que la industria del entretenimiento odia a las personas que se quedan en casa los viernes por la noche, ¿por qué otra razón no habría una película interesante para ver en mil canales? Tampoco sé qué mirar en todas las plataformas de streaming, hay tanto que no puedo decidirme. Estoy tan solo y aburrido que incluso el grupo de apoyo al que fue Key para sobrevivientes de traumas parece más interesante que mi noche.

Estoy solo, completamente solo en este enorme departamento con vista a la ciudad que nos paga la discográfica. Si me gustaran las fiestas, iría con Harley, pero no me gustan ni un poco y tengo que quedarme en nuestro cómodo sillón sintiéndome miserable. Gwendolyn está en su cita, la cita que yo le ayudé a planificar y no puedo más que recordarme lo idiota que soy. Si ella me gusta, debería dar el primer paso, solo que pensarlo es más fácil que hacerlo. Cuando planifico la escena en mi cabeza, todo sale bien y la vida real es distinta y puede asustar.

—Debería adoptar un perro —susurro para mí mismo levantándome por una cerveza—. Lo llamaría Garfio si es macho.

Por un momento creo que es una buena idea, que tener a una mascota de compañía podría ayudarme; sin embargo, sería cruel porque no podría cuidarlo en las giras o tendría que vivir conmigo en un autobús y dudo que le guste mucho. Quizás un pez, aunque me apena que tengan tan poco espacio.

Me siento en los taburetes de la mesada y le doy un largo sorbo a la cerveza que acabo de sacar de la heladera. Está helada y el recorrido de la bebida por mi garganta ayuda a apagar mis malas decisiones y mis pensamientos locos.

—Iré a la discográfica, escribiré un poco y eso me ayudará a dejar de hablar solo como un demente.

No tengo que contestarme en voz alta, tan solo camino hacia mi habitación para quitarme la ropa de entrecasa. No planeo ponerme vaqueros si nadie va a verme por lo que busco un conjunto deportivo de algodón de pantalón y sudadera y unas cómodas zapatillas. Estoy recogiendo mi billetera, la llave del departamento y buscando un Uber cuando el portero suena.

—¿Sí? —suelto con confusión—. Buenas noches.

Buenas noches, señor Bloomberg. Lamento molestarlo esta noche, tiene visitas o al menos eso dice ella.

Maldita dulzuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora