Capítulo 65

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COLIN

Mis padres son científicos y, como tales, pasaban la mayor parte de su tiempo en la universidad investigando en sus laboratorios o dando clases. No me enseñaron mucho: matemáticas, un poco de biología, a confiar en la vecina de al lado que solía trabajar como mi niñera y a no atenderle el teléfono a extraños.

Para su mala suerte, no aprendí muy bien ninguna de esas lecciones. Las matemáticas se me dan fatal, la biología no la entiendo mucho, la vecina no era muy confiable porque llevaba a su novio a casa para besuquearse en lugar de cuidarme y, por último, siempre atiendo a números desconocidos porque soy pesimista y todo el tiempo espero una mala noticia.

Ahora, mientras mi teléfono suena y la pantalla muestra la leyenda número desconocido, no dudo en contestar. Los «y si» me atraviesan la mente en segundos, uno peor que otro.

—¿Hola? —digo mirando el techo, sin ganas de levantarme de la cama tras mi siesta.

Colin, me alegra saber que aún le contestas a los números desconocidos. Hay cosas que nunca cambian, ¿no, amigo?

El sueño se me evapora de golpe y me siento sobre el colchón con la velocidad de un rayo. Esa voz; ese dejo rasposo al terminar las palabras y ese tono que tantos recuerdos me trae. Una voz masculina, seca y que nada positivo tiene para aportar.

—Alex.

Reconoces mi voz, se ve que hoy estoy de suerte. Me has ahorrado varios minutos intentando refrescar tu memoria.

—Me sorprende tu llamada —digo con sinceridad y añado para mí «y tu descaro»—, es un nuevo límite que has cruzado.

Las piernas se me enredan con las sábanas cuando me pongo de pie y casi tropiezo en mi camino hacia la puerta. Necesito encontrar a Key y Lee lo antes posible, que escuchen esta conversación y me digan que no he perdido la cabeza. Que en verdad Alex está llamando e intentando hacer que esta conversación suene como la de dos viejos amigos.

Tal vez deberías cambiar tu número, solo digo.

Vaya que debería.

—Creo que pienso igual que tú.

Maldita dulzuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora