COLIN
Los padres de Gwen son agradables y me han hecho sentir muy cómodo en su casa. Mi primer pensamiento fue que metería la pata desde el momento en que nos presentaran, que diría algo incorrecto o ellos ya tendrían una mala idea preestablecida sobre mí. A los padres no les gustan los músicos, los quieren lejos de sus hijas, pero no fue el caso. Recibí sonrisas igual de cálidas a las de Gwen desde el primer momento y un abrazo muy apretado por parte de su mamá.
Su padre, Ed, me preguntó con entusiasmo por mi música para luego pedirme recomendaciones de nuevos músicos porque quiere agrandar su playlist y no escuchar las mismas canciones todo el día en la tienda. En el corto tiempo que pasó entre el almuerzo hasta que tuvo que volver a trabajar, nos dedicamos a agregar las más variadas canciones y eso me hizo receptor de un golpecito orgulloso en la espalda.
Su madre, Carolina, a pesar de estar muy cansada luego de una larga guardia en el hospital que se extendió más de lo pensado por una compleja cirugía, fue dulce conmigo y me prometió una exquisita cena. Ahora, sentado en el sofá de la sala, puedo oler a la perfección lo que ella está preparando y se me hace agua la boca. Una comida tradicional de su país, milanesas las llamó, y si bien no tengo idea de qué son, ya me ha dado hambre.
Sin embargo, me queda una prueba más por pasar, una importante, y es la hermana de Gwen. Faith Holland, profesora de matemáticas y yoga, su mejor amiga y la persona a la que llama a diario. Si no le caigo bien puedo darme por muerto y no quiero fracasar tan rápido.
—Es tu turno.
—Sí, cierto. Lo lamento.
—¿En qué estás pensando? —quiere saber Gwen con diversión mientras espera a que tire mi carta para continuar con la partida de Uno—. De pronto estás callado y pálido. ¿Pa, no crees que está pálido?
—Lo estás, Colin. ¿Quieres un refresco? El azúcar puede hacerte bien.
—No se preocupen, estoy bien.
—Debes estar cansado —continúa Gwen, ahora menos divertida y más preocupada—. No has tenido un respiro desde que llegaste. Me ayudaste a terminar los pedidos y a repartirlos, también a limpiar y luego te arrastré por todo el pueblo.
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Maldita dulzura
RomantizmColin y Gwendolyn solo tiene una cosa en común: el amor al arte. Él, bajista de una banda en ascenso. Ella, pastelera en un negocio que va ganando renombre. Pese a su éxito personal, la vida no siempre les sonríe. Gwen tiene mala suerte en el amor. ...