COLIN
Al despertarme y abrir los ojos, el pánico me invade por un corto minuto. Estoy desorientado, cansado y claramente en una habitación que no es la mía y tampoco la de un hotel. Me lleva unos segundos recordar dónde me encuentro y una sonrisa tonta se instala en mi rostro cuando las imágenes de la noche anterior llegan a mi mente.
Gwen no se encuentra a mi lado y tendría miedo de haber metido la pata si no fuera porque el reloj en la mesa de noche indica que son casi las nueve y eso significa que ya debe estar en la pastelería. La admiro porque en lo único en lo que puedo pensar ahora es en lo que mucho que quiero seguir durmiendo; sin embargo, mi vuelo sale después del almuerzo y no quiero desperdiciar las últimas horas desmayado en su cama cuando podría estar con ella. Con ese pensamiento en la cabeza, me pongo de pie y rastreo la habitación en busca de mi ropa interior. Me visto en silencio, guardo mi móvil en el bolsillo de mi pantalón sin haberle dado siquiera una mirada y voy al baño para asearme.
Cuando bajo las escaleras hacia la pastelería, han pasado tan solo unos diez minutos y el olor a vainilla me invade nada más poner un pie en el primer escalón. Diviso a Gwen moviéndose por la cocina con un lindo delantal floreado, su cabello en una coleta y cantando por lo bajo la música que suena en los parlantes. Mi música.
—Buenos días —saludo.
Sus ojos almendrados me buscan al instante y me sonríe de tal manera que casi tropiezo en los últimos escalones.
—Buenos días, Col. ¿Dormiste bien?
—Súper.
Llego a su lado y me detengo de golpe porque no sé cómo saludarla. Es tonto, supongo. Anoche estuvimos juntos, de todas las maneras posibles, y hoy desperté en su cama.
—¿Te encuentras bien? —quiere saber al ver mi duda.
—Sí, solo estaba pensando.
—¿En qué?
—En ti. En mí. En el desayuno.
Su risa suave me hace sonreír y sentir como un idiota a la vez. No tengo que preocuparme con ella, tampoco pensar ni repensar en cómo comportarme. Naturalidad, de eso se trata.
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Maldita dulzura
Roman d'amourColin y Gwendolyn solo tiene una cosa en común: el amor al arte. Él, bajista de una banda en ascenso. Ella, pastelera en un negocio que va ganando renombre. Pese a su éxito personal, la vida no siempre les sonríe. Gwen tiene mala suerte en el amor. ...