Capítulo 29

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COLIN

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COLIN

Soy un cursi. La ternura corre por mis venas y destilo miel. O eso es lo que dicen mis amigos de mí desde que la semana inició. Han estado más pesados de lo normal con sus bromas sobre el amor, Gwen y el 14 de febrero. Lo he soportado porque he de admitir que también me han hecho gracia y porque, a pesar de reírse hasta las lágrimas de mí, me han ayudado a elegir cada uno de los regalos.

Las flores fueron idea mía.

Las entradas para el concierto agotado de Taylor Swift fueron cortesía de Lee.

Key me ayudó a escoger la tarjeta que la envié luego de que me regañara por gastar mucho dinero en ella.

Ambos estuvieron a mi lado cuando tuve que escoger el cárdigan perfecto para ella.

Y esta noche, fueron mis amigos los que me acompañaron al aeropuerto a escondidas.

Resulta que los late show no se graban tan tarde como se cree y pude desocuparme antes de lo esperado. No lo dudé ni un segundo, en tanto nuestro representando nos dijo que teníamos el fin de semana libre, busqué el primer vuelo disponible a San Francisco y guardé bien mis documentos. Key y Harley prometieron mantener el secreto hasta que Frederick se dé cuenta que me he marchado de Los Ángeles y también me juraron que afrontarían las consecuencias por mi desaparición. El fin de semana libre no significa que podamos viajar fuera de la ciudad, pero no me importa.

Quiero ver a Gwen. Quiero ver su sonrisa cuando me abra la puerta. Quiero pasar la noche y el sábado a su lado para luego volver a Los Ángeles para cumplir con mi trabajo. Quiero pasar San Valentín con ella, tan simple como eso.

Siento que el tiempo avanza a paso de caracol mientras el chófer que la disquera ha puesto a nuestra disposición avanza por las empinadas calles hacia el departamento de Gwen. Llevo una caja de pizza en el asiento a mi lado y estoy nervioso, incluso cuando no tengo razones para estarlo. Nunca antes había hecho esto por nadie, tomar un vuelo sin pensarlo dos veces e ignorar el nudo de emociones en mi estómago.

No temo que Gwen me rechace, me ha dejado claro que está interesada en mí, como yo en ella. Pero hay ciertos límites que no sé si puedo cruzar aún, uno de ellos es llegar de improvisto a su casa cuando se supone que estoy a más de seiscientos kilómetros de distancia.

Maldita dulzuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora