Capítulo 34

5.7K 597 120
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

GWEN

Hace algunos años, cuando estaba entrando a mi etapa de adolescente y mis hormonas comenzaban a alborotar mis pensamientos, recuerdo haberle consultado a mi madre por qué eligió a mi padre. Ella era un gran partido y mi padre, a pesar de que lo amo con toda mi alma, tenía más problemas que beneficios en ese momento. Mi pregunta surgió después de recibir dos propuestas para el baile de invierno, una situación que nunca más volvió a repetirse, pero que en aquel momento me produjo muchos dolores de cabeza. ¿Cómo sabía cuál era el correcto para mí? Ella dijo que no se trataba de lo que la otra persona tenía para ofrecernos, se trataba de cómo nos hacía sentir. Con mi padre había sentido paz, seguridad y una sensación cálida recorriendo sus venas. A pesar de no haber seguido su consejo, esas palabras se grabaron a fuego en mi mente y todas mis relaciones, incluso las fallidas, giraron en torno a eso que ella describió.

Siempre quise encontrar a alguien que me brindara paz, seguridad y calidez a la misma vez. A medida que crecí fui agregándole más cualidades a mi pareja perfecta, como que sea alguien con inteligencia emocional, pero al final del día siempre vuelvo a eso. Nunca lo había encontrado, en los doce años que pasaron desde entonces lo busqué sin siquiera darme cuenta y llegué a pensar que mi madre estaba loca. Hoy, con Colin, entiendo a qué se refiere.

Le sonrío en la oscuridad, aunque sé que no puede verme, y confirmo lo que atraviesa mis pensamientos. Él está prestándole atención a nuestro descenso, me abraza con fuerza para protegerme en caso de que algo salga mal y me atrae a su cuerpo brindándome calor. Ha sido todo un caballero esta noche y me ha tenido con el corazón desbocado desde que decidió abrazarme mientras volábamos. Qué locura, ¿cuándo pasé de llorar despechada a tener una primera cita en un globo aerostático?

—¿Estás bien?

—¿Mmm?

—¿Estás bien? —repite Col y entiendo que se refiere al aterrizaje.

—Genial, no lo he sentido.

No miento porque estaba más concentrada en él que en volver a tierra firme.

—Eso es algo bueno porque a mí se me ha revuelto el estómago.

—Eres un miedoso —lo molesto.

—Es parte de mi encanto, Gwen. Tarde o temprano tenía que demostrarte que soy más que un acosador.

Maldita dulzuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora