COLIN
Terminar la gira y volver a casa no está ocurriendo exactamente como me lo imaginaba. Hace unos meses creí, con completa inocencia, que todo sería igual al regresar, que volvería a mi oasis de paz y seguridad, pero la realidad está alejada. Nuestra privacidad, que no era total, aunque sí disfrutábamos de los supuestos ojos ciegos de la gente de la ciudad, se ha desvanecido por completo. Somos la comidilla de la prensa, el blanco al que todos apuntan y la exclusiva que nadie se quiere perder.
Una horda de paparazis y reporteros nos esperaban al llegar al aeropuerto. Había fanáticos también aguardando nuestra llegada; sin embargo, se vieron opacados por los lentes de las cámaras apuntando hacia nosotros. Intentamos actuar normal, ignorarlos, hacer como si no estuvieran allí y concentrarnos en nuestros fieles seguidores; spoiler: no lo logramos. Nos escoltó a la salida la seguridad aeroportuaria y seguro eso ya dio mucho de qué hablar.
Puedo imaginar los titulares: «¿Por qué Curse se niega a hablar de la acusación de plagio si se consideran inocentes?» «Curse ha perdido el rumbo y la humildad». De verdad, todo lo que hacemos y lo que no hacemos es motivo de análisis por supuestos expertos, si hasta han llevado a gente para que lea nuestro lenguaje corporal en grandes programas. Menuda mierda. Nunca me sentí tan observado en mi vida.
Si tengo que ver el lado positivo, que es mi nueva actitud frente a la vida, hay una cosa que ha cambiado respecto a nuestra partida y que sí me emociona. Gwen ahora vive con nosotros. Bueno, no es oficial, aún no llegamos al departamento y no hemos compartido lo que es la verdadera convivencia, pero ha aceptado y mis compañeros de banda también. Es algo temporal, no porque mi novia vaya a marcharse pronto, sino porque los dos lo haremos. He decidido que si vamos a dar el paso, lo tenemos que hacer bien y no puedo seguir viviendo con mis amigos por el resto de mi vida.
¿Y Alex? Pues por mí puede irse al demonio. La discográfica y el equipo legal nos han aconsejado hacer vida tranquila, ir al estudio y volver a casa. Salir en público para nuestras actividades normales y no hablar con nadie que tenga dobles intenciones. Están convencidos de que podrán cortar el caso desde la raíz antes de que crezca mucho más y confío en ellos.
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Maldita dulzura
RomanceColin y Gwendolyn solo tiene una cosa en común: el amor al arte. Él, bajista de una banda en ascenso. Ella, pastelera en un negocio que va ganando renombre. Pese a su éxito personal, la vida no siempre les sonríe. Gwen tiene mala suerte en el amor. ...