COLIN
Decir que tenía un plan para acercarme a Gwendolyn sería una vil mentira, simplemente me levanté de la cama y decidí que era una buena idea preguntar por ella cuando visitara a la pastelería. Pensaba que, quizás, la dueña del lugar me diría que estaba haciendo alguna entrega y que podía esperarla; me haría alguna pregunta sencilla que yo no tendría problema en contestar y eso sería todo. Soy un chico que a simple vista genera seguridad y confianza, nadie en su sano juicio pensaría que soy peligroso.
Y entonces llegué a la pastelería y me encontré con un chico de mi edad que no dudó en fruncirme el ceño al preguntar por ella y me aseguró que su jefa no tenía tiempo para nadie. Mi primera sorpresa fue enterarme que Gwendolyn era la dueña del local, se ve tan joven que quise felicitarla al instante por todo lo que ha logrado. La segunda sorpresa fue que el muchacho se negó sin cesar a que yo hablara con ella y que, cito sus palabras, solo la haría salir de la cocina por una razón millonaria.
La ficticia lamparita se encendió en mi cabeza y no pude parar mi genio, me ofrecí a comprar toda la producción sin pensarlo dos veces. Claire y su obsesión por la comida colorida ocupó mi mente desde el momento en que solté las palabras y fue también la única razón por la que Gwendolyn no me envió al demonio.
Y aquí estoy ahora, nervioso porque no sé si ella en verdad vendrá a comprobar la veracidad de mis palabras y un tanto temeroso porque sé que arruiné mi oportunidad de acercarme a ella.
—Te sale humo por las orejas —se burla Harley con un puñado de palomitas que se lleva a la boca con felicidad—. ¿Qué te tiene tan pensativo? Estamos en el cumpleaños de una niña, no deberías pensar en nada más que las razones por las que Moana es tu princesa favorita.
—Moana es superior en todos los sentidos, ¿existe alguien que no la prefiera?
—Una niña de siete años que tiene debilidad por el rosado —contesta Key con ese tono de aburrimiento que lo caracteriza—. O alguien con sentido común que prefiera a Mulán, ella sí es superior.
—¿Me están diciendo que la princesa favorita de Claire no es Moana? —se queja Lee—. Me siento muy desilusionado.
—Es Aurora. Como dijo Key, le gusta el rosado.
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Maldita dulzura
RomansaColin y Gwendolyn solo tiene una cosa en común: el amor al arte. Él, bajista de una banda en ascenso. Ella, pastelera en un negocio que va ganando renombre. Pese a su éxito personal, la vida no siempre les sonríe. Gwen tiene mala suerte en el amor. ...