Capítulo 57

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COLIN

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COLIN

Otra noche en el bus.

Otro hotel cinco estrellas.

Otra habitación impoluta que olvidaré horas después de que la abandone.

Tantos lugares que no podemos conocer, tantos pasillos que recorremos y tanta gente que la vida empieza a parecer un manchón borroso. Me siento culpable al tener estos pensamientos, siento que soy un desagradecido y no me agrada. No me agrada no disfrutar del bus que nos lleva entre ciudades y nos brinda la posibilidad de conocer a tantos fans increíbles y dar conciertos que me ponen la piel de gallina. No me agrada que cada hotel me resulte menos interesante que el anterior cuando hay tantas personas que no tienen un techo sobre sus cabezas. No me agrada para nada que las habitaciones se me hagan tan iguales y que no recuerde nada porque me hace creer que le he perdido el sabor a esto.

No ayuda para nada que el ánimo general sea lúgubre, que caminemos con las cabezas gachas y solo levantemos la vista cuando nos cruzamos a un fan para ofrecerle una sonrisa que es real, pero que esconde muchas preocupaciones. Alex ha hecho esto. Nos ha apagado, nos ha llenado de preocupación y nos hace mirar cada rostro dos veces rezando por no ver el suyo. O quizás sí, poder verlo de una vez y que termine esta tortura silenciosa.

Me acomodo en mi nueva habitación de hotel que no luce muy diferente a las otras en las que hemos estado últimamente. Los suelos de mármol brillante, la cama gigante con las mantas más suaves del mundo y cortinas gruesas que tapan los rayos de luz. El baño tampoco difiere de los demás con sus terminaciones doradas y una gran bañera. No les presto atención a los detalles, no como me gustaría hacerlo, y me meto a la ducha para deshacerme de la sensación de suciedad tras un largo viaje.

Tengo muchas cosas en mi cabeza, es casi como si mil voces hablaran a la vez y no pudiera distinguir una de la otra. No sé cuál pensamiento tomar, con cuál quedarme para analizar. Estoy bloqueado. Mi música está bloqueada. Mi cerebro está frito.

Para cuando salgo de la ducha, nada ha cambiado. El agua caliente no me ha ayudado a relajar y mi mente sigue funcionando a mil por hora. Necesito un descanso y no me refiero a dormir. Necesito paz.

Maldita dulzuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora