GWEN
La segunda cita nunca es tan memorable como la primera; está claro que es importante ya que determina la continuidad de una posible relación, pero no conozco a nadie que hable de esta con cariño ni tampoco he escuchado canciones o leído libros donde se hable del tema. Nuestra segunda cita, sin embargo, es importante y la he pensado hasta el último detalle, o eso quiero creer.
Las cosas con Colin marchan bien; nuestro alrededor, en cambio, se cae a pedazos. Los chismes no dejan de llegar, las notas sobre nosotros y la constante presencia de fotógrafos. No puedo sacar la basura de la pastelería sin sentirme acosada, no entro a mis redes sociales por miedo y ahora Steve se ve obligado a hacer la mayor parte de las cosas cotidianas por mí. Sé que Col se siente mal al respecto y está comenzando a obsesionarse con mi seguridad, me llama o mensajea constantemente para saber cómo me siento y si no fuera porque la situación es una locura, podría resultar molesto. Se está preocupando por mí y, a decir verdad, también estoy asustada por la idea de que algo malo le pase. Su ascenso se dio de la noche a la mañana, de ser un músico conocido por unos pocos miles de admiradores a aparecer en cada programa, radio o revista. Puedo imaginar lo ansioso que se siente y es por eso que tuve que tomar algunas medidas adicionales para nuestra segunda salida como un intento de pareja.
El paseo por la playa quedó descartado al igual que ir a un mirador a ver el puente en todo su esplendor. Quizás hasta fue una bendición porque ahora que lo pienso con detenimiento, gran parte de mi cita era un cliché.
Le pedí que nos encontráramos cerca del lugar donde pasaremos parte de nuestra noche, aunque claramente no le dije de qué va y no creo que él lo sospeche porque Colin puede ser muy detallista conmigo, pero a veces olvida que yo también soy detallista y que le presto atención.
Veo su camioneta de alquiler estacionarse frente a la plaza donde me encuentro y lo saludo cuando me busca con la mirada para llamar su atención. Sonrío en tanto comienza a caminar hacia mí y me pongo de pie para recibirlo. Él también sonríe y me agrada que haya seguido mi consejo de vestir ropa cómoda.
—Buenas noches, Gwen. ¿Llego tarde?
Recibo con gusto su beso y acaricio su cabello que está húmedo y un poco despeinado.
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Maldita dulzura
RomantizmColin y Gwendolyn solo tiene una cosa en común: el amor al arte. Él, bajista de una banda en ascenso. Ella, pastelera en un negocio que va ganando renombre. Pese a su éxito personal, la vida no siempre les sonríe. Gwen tiene mala suerte en el amor. ...