Anna...
Esta noche, no fue del todo oscura. Varias estrellas iluminaban el cielo. A pesar de las bajas temperaturas que he experimentado desde que llegue a este país, puedo decir que precisamente lo siento un poco menos helado. Casi hasta cálido.
Vlad nunca me soltó, se mantuvo a mi lado durante toda la velada.
Después de la hermosa obra en el teatro Mariinski me llevo a uno de los restaurantes más elegantes de Rusia. La comida era exquisita, y el ambiente era cómodo, jamás me había sentido tan a gusto y feliz como me sentía en estos momentos.
Una vez en el auto, me apoye en el hombro del ruso mientras este se dedicaba a dar suaves caricias en mi cabello. Me sentía tranquila y con una dicha que no me cabía en el pecho. La sonrisa en mi rostro me delataba.
Ya en la mansión, Vlad salio del auto, poco después me abrió la puerta y me tendió su mano para ayudarme a salir a mi también del vehículo, para luego dirigirnos a la entrada de la gran casa.
Jamás soltó mi mano, ni siquiera cuando Susan nos sonrió entre sorprendida y cómplice al fijarse en ese detalle.
-Ya es tarde Susana, ve a descansar- hablo sin quitar en ningún momento su atención de mi.
La mujer realizo un reverencia antes de salir de la estancia.
A paso lento fuimos subiendo los escalones de las escaleras, rumbo hacia el segundo piso de la mansión. Por una razón quería que el camino fuese más largo, que las escaleras nunca terminasen. Solo para que el momento no llegara a su fin. Porque si, sabía lo que significaba: una vez cada quien se fuera para su habitación, esta mágica noche se terminaría.
Y no, no quería eso.
Nuestros pasos se detuvieron frente a la puerta de mi habitación. Quede frente a Vladimir, aún con mis ojos fijos en el. Este se encontraba completamente perfecto esta noche. Se había desecho de su barba, y llevaba un hermoso traje gris azulado, sin corbata y con los tres primeros botones suelto. Sobre esto, un grueso abrigo oscuro, con diversas motas gris plomo en el. Todo esto a juego con sus pulcros zapatos negro, cabello peinado despreocupadamente y una esclava de oro blanco.
La tentación hecho hombre.
-Gracias por esta noche- dije sincera con una sonrisa- fue hermosa.
Este me sonrió en respuesta, para luego acercarse a mi y depositar un dulce beso en mi frente.
-Buenas noches ángel- fue lo último que dijo antes de soltarme y dirigirse a su habitación.
Solté un suspiro y entre a mi alcoba.
La usual sensación de vacío volvió al momento que quede sola. A mis lados deje caer mis brazos rendida y frustrada por lo que ahora mi cuerpo y mi corazon demandaba. Eso sumándole a la impotencia que sentía al ser tan cobarde.
Toda la noche estuve buscando las palabras adecuadas para decirle, para hacerle saber que pude recordar lo sucedido hace días en su habitación. Que a mi mente llegaron, esta mañana, todas las sensaciones que su atención le brindo a mi cuerpo.
Cobarde.
Quería preguntarle porque me lo oculto, el motivo por el cual me dijo que le era indiferente cuando esa noche demostró todo lo contrario. Que gracias a sus caricias pudo calmar el calor que mi cuerpo emanaba y que solo su toque pudo complacerme.
No fui capaz de aclarar ese sin fin de interrogantes.
Eres una estúpida.
Camine en círculos en la habitación con millones de pensamientos en mi cabeza. Me despoje de mi abrigo, y lo tire sobre la cama, al sentir que me estaba ahogando con todo lo que se producía en mi mente.
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Una Flor para Mi Angel [#3 Saga Flores]
RomanceElla... Ella es la definición de dulzura, inocencia y pureza. Era la luz de su familia, con una sonrisa y belleza capaz de cautivar a cualquier hombre. Pero dentro de toda esa bondad y buen corazón escondía demonios que noche tras noche la torturaba...