"Mientras se vive no se puede evitar se herido. Pero no hay herida que no se cure..."
Anna...
Había pasado un mes desde lo ocurrido con Bruno. Las cosas habían dado un giro inesperado desde que estoy con Vladimir.
Ya no vivía en la mansión de mis madres, me mude con el a su departamento aqui en Boston. Ya pronto tendríamos que irnos a Rusia y por un lado me encontraba ansiosa y algo nerviosa. Mi madre habia platicado mucho conmigo en estos días sobre este tema, me conto que mi padre estaba algo triste con la idea que su hija se vaya tan lejos de él. Sin embargo, el me apoyo y por lo que veo la confianza depositada hacia el ruso ha incrementado un poco más.
Toda mi familia estuvo contenta con la noticia de mi matrimonio, fue algo que la mayoría ya se imaginaba.
Miro el anillo en mi dedo y sonrió sin poder evitarlo. Me encanta la idea de compartir el resto de mi vida con la persona que amo, debo de reconocer que por un lado me da un poco de miedo. Deseo con todas mis fuerzas que esto funcione, y que Vladimir y yo podamos seguir con nuestras vidas a pesar de todo lo que lleva cargado en sus hombros.
Tomamos la decisión de dejar la boda hasta después de que nazca nuestro bebe. Quiero planear una boda sencilla, pero que quede marcada en nuestros corazones por siempre, pero también quiero que mi embarazo este tranquilo y concentrarme solo a el. Es por eso que preferí esperar un poco con todo a lo que se refiere a la boda, gracias al cielo Vlad no tuvo problemas con eso.
-Señora ya llegamos.
Miro por la ventanilla del auto y suelto un suspiro al ver el gran edificio, el cual muestra las grandes letras de 'Park Company' en la entrada.
Llego el momento.
Robert abre la puerta y salgo, regalandole una sonrisa y un cordial 'gracias' para seguidamente dirigirme ha entrar al gran edificio.
Los empleados del lugar me reciben muy amables, todos aquí me conocen, saben que soy la hija de su jefe, es por eso que ninguno es capaz de llevarme la contraria o negarme algo en las pocas ocasiones en las que he estado aquí.
Algo abrumador en algunas ocasiones.
Voy al ascensor y subo marcando el piso que me interesa. Llevo mi peso de un pie hacia otro y por un momento me lamento enormemente haberme puesto tacones para venir aquí.
Las puertas del ascensor se abren, haciendo que toda la paz que creí que tenía en todo el camino hacia acá se esfumara al sentir los nervios correr por mi cuerpo. Vamos Anna, tu puedes.
Voy hacia la sala de reuniones y me quedo de pie frente la gran puerta. Cierro los ojos y dejo que mi cuerpo se relaje un poco, no lo pienso más y me armo de valor para tomar el pomo e ingresar al lugar.
Ocho pares de ojos se giran y quedan fijos en mi. Recorro con la mirada cada uno de ellos, y mi corazón salta al ver unos grises en particular.
-¿Qué hace ella aquí?- pregunta Patrick enseguida que me mira entrando a la sala. Por su mirada puedo ver que se encuentra molesto, lo ignoro y siguo mi camino para tomar asiento a la derecha de mi padre.
-Le recuerdo joven Brown que ella es mi hija, creo que su pregunta sobra- menciona mi padre algo mordaz.
Los labios de Patrick se dibujan en una fina linea, pienso que va a decir algo más pero se reprime y desvía su mirada hacia su padre.
-Como decía...- habla mi padre- muchos sabrán el descontrol que ha habido estas últimas semanas debido a ciertos sucesos que no vienen mucho al caso. Por lo que he tomado la decisión de pasar el contrato del arreglo de las telecomunicaciones al señor Vladimir Petrov.
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Una Flor para Mi Angel [#3 Saga Flores]
RomanceElla... Ella es la definición de dulzura, inocencia y pureza. Era la luz de su familia, con una sonrisa y belleza capaz de cautivar a cualquier hombre. Pero dentro de toda esa bondad y buen corazón escondía demonios que noche tras noche la torturaba...