"Por cada persona que te hace daño... Existe una dispuesta a curar las heridas..."
...
La figura recta del hombre asiático seguía frente a los grandes ventanales de la oficina. A pesar de que su mirada rasgada seguía puesta en la gran vista que le ofrecía el lugar, no lograba concentrarse debido al montón de acontecimientos que al rededor de su familia ocurría.
No iba a negar que mintió un poco a cerca de su confianza con respecto al ruso, ya que conocía a perfección el historial y descendencia que llevaba tras de sí. Sin embargo, algo en él lo hizo dudar al mirarlo.
Se vio a el mismo años atrás, cuando a penas estaba descubriendo el hermoso sentimiento que era amar a una persona. Ese que lo llevo a estar con la mujer que significo todo para el y que hoy en día sigue siendo su mas grande, hermoso y verdadero amor.
Su pequeña Flor.
Se identifico con Vladimir al verlo tan decidido y en la manera en que lo enfrento para estar con ella. Tenía una idea a cerca del carácter tan filoso que poseía el ruso, es por eso que no le extraño su comportamiento con respecto a defender lo que deseaba.
Por otro lado, estaban los sentimientos de su hija en juego. Amaba a su princesa Anna hasta el fondo de su corazón, y haría lo que fuese por ella. Incluyendo permitir su unión con un hombre como Vladimir.
Ella, que era el ser más gentil y dulce que pudiera conocer; se enamoro de un hombre que era capaz de hacer arder a toda una ciudad entera y no sentir arrepentimiento alguno. Sin embargo, ella no lo miraba de esa manera, cosa que hizo que sus defensas bajaran.
Si se ponía a pensar un poco, no había mucha diferencia entre el y el ruso. Ambos eran capaces de hacer lo que sea para defender lo suyo. Ambos se habían ensuciado las manos de sangre en más de una ocasión, y jamás se han arrepentido de eso.
Así que, tanto Vladimir como el, eran unos demonios perdidos que fueron salvados por dos ángeles hermosos.
La vida era una cosa curiosa. Lo bendijo con la llegada de una hija, la cual resaltaba por su valentia y corazón hermoso. Años después, el nacimiento de su segundo hijo fue todo un acontecimiento que termino por completar su felicidad.
Tanto Anna como Adrian eran completamente distintos. Sus características físicas eran casi igual a a las de él. No obstante, su hijo menor fue el que más parecido tuvo con el al heredar el carácter firme y cauteloso de los Park.
Adrian, nombre el cual se le fue colocado en honor a su fallecido amigo y socio Adriano Colombo; era extremadamente inteligente, decidido y directo. En los negocios era un experto, sabia como mover sus fichas y sacar buenas ganancias. Desde muy joven quiso aprender todo lo que su padre sabia, quiso llevar el control de los negocios y fue poco después de cumplir los 18 que tomo la decisión de cederle el mando del control de la mafia que manejaba en italia y Corea.
Sus hijos eran su mas grande orgullo.
Soltó un suspiro y volvió a la realidad actual que lo rodeaba, luego de escuchar la puerta de su oficina siendo abierta.
Se giro en su lugar y alzo una de sus cejas al ver la persona que ingresaba y cerraba la puerta tras de si.
-¿Se le ofrece algo señorita Adams?- pregunta Bryan extrañado al ver a la inesperada presencia.
-Bryan te dije que podías llamarme por mi nombre- dijo la joven mujer acercándose a el.
-Creo que le señale que prefería que me llamara por mi apellido señorita Adams, después de todo usted y su madre trabajan para mi.
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Una Flor para Mi Angel [#3 Saga Flores]
RomanceElla... Ella es la definición de dulzura, inocencia y pureza. Era la luz de su familia, con una sonrisa y belleza capaz de cautivar a cualquier hombre. Pero dentro de toda esa bondad y buen corazón escondía demonios que noche tras noche la torturaba...