Capítulo 15: No es lo correcto

3K 118 3
                                    

Dos semanas después.

Viernes, 5:44 p.m.

ZOE

Pasaron dos semanas después de esa noche fascinante y agotadora en la que Dante y yo cogimos por primera vez.

Después de esa noche, volvimos a la empresa. Tras ese momento tan íntimo que habíamos vivido, no sabía cómo lo vería a partir de ahora, pues solo él y yo sabíamos lo que había ocurrido, pero no se me hizo difícil, puesto que en ese tiempo la empresa estuvo atareada con los nuevos clientes que llegaban y que querían alquilar o comprar locales. Sin embargo, es verdad que el deseo que me causó esa noche que pasé con Dante lo tenía aún vivo, y este instante no era la excepción. Por ello, aprovechando que me quedaría unas horas extras trabajando, decidí entrar a su oficina.

Por esta razón, vi a Dante concentrado y leyendo unas cosas en un papel que tenía en las manos, y cuando me miró, sonrió de lado.

Dante: — ¿Desea algo, señorita Carrasco? — preguntó y yo no le respondí, solo me acerqué a él, pasando de largo, y me puse atrás suyo.
Puse mis manos alrededor de su cuello, abrazándole desde atrás y empecé a deslizar mis manos por su pecho hasta a su cinturón, pero al llegar a su entrepierna no la toqué, solo pasé mis dedos por sus piernas y volví a subir. También, me aparté de él y tomé un bolígrafo que había en el escritorio para tirarlo al suelo y parecer que se me cayó accidentalmente.

— ¡Upss! Qué torpe soy — dije inocentemente y me incliné para recogerlo, haciendo que mi trasero quedase delante de él y así me quedé por unos cuantos segundos hasta que volví a subir.
Quería provocarlo y lo conseguí porque en sus ojos noté lo excitado que se puso.

Dante: — Si querías que te follara, solo tenías que pedírmelo — mencionó y me jaló del brazo, sentándome en su regazo.

— A mí también me gusta jugar, ¿sabes? — mencioné y me mordí el labio inferior.
No obstante, me levanté y fui directo hacia la puerta.

Dante: — ¿A dónde vas?

— Seguiré trabajando

Dante: — Ven aquí primero

— Lo siento, pero tengo que seguir con el trabajo — respondí con malicia.

Dante: — Zoe, ven. No me obligues a ir por ti — dijo y yo reí en tanto salía de su oficina.
De ahí que me volví a sentar en mi silla y segundos más tarde, mi jefe se apareció por la puerta y caminado rápido, se acercó a mi escritorio y me tomó en sus brazos.

— ¿Qué haces?

Dante: — Te voy a castigar por desobedecer

Entonces, me llevó otra vez a su oficina y me acostó en el gran sofá que había.

— ¿No te parece raro hacerlo en la oficina?

Dante: — Soy muy atrevido, de eso te darás cuenta y a veces no me importa lo demás. Es más, esta es mi oficina y tengo derecho de hacer lo que me dé la gana

Me desabrochó la camisa y me quitó la falda.
Luego, se quitó el saco, pero no se desabrochó la camisa de vestir blanca.
Se quitó el cinturón y se inclinó a mí.

Dante: — Dame tus manos

— ¿Para? — pregunté y él sonrió.
Tomó y juntó mis manos poniéndolas encima de mi cabeza y las ató con el cinturón.

Dante: — Déjalas ahí — pidió, se sacó el miembro del pantalón y me abrió de piernas para meterse dentro de mí, pero antes, se puso un preservativo que sacó de su bolsillo.

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora