Capítulo 20: Distante

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ZOE

Dante me estaba dando sexo oral.
Estábamos en mi oficina y como ya era tarde no había nadie en la empresa.
Todos se habían ido.

— ¡Ah!

Lancé un gemido mientras él movía su lengua por todos lados y con sus dedos hacía movimientos dentro de mi vagina.
Metí mis dedos en su cabello y sentí que había llegado a mi límite, un orgasmo.

Él me miró a los ojos y me dio un beso.
Intenté tomar aire y le volví a besar, dándole un beso con el que supiera, lo agradecida que estaba por el placer que me había dado.
Nos miramos a los ojos y después se puso de pie.

Dante: — Mañana salgo temprano para los Ángeles

— Te echaré de menos — dije mientras él desviaba la mirada hacia el suelo, aparentando no haberme oído.
Se ajustó el saco en silencio mientras yo me vestía de nuevo.

Dante: — Ya es hora de irnos
— mencionó y abrió la puerta.
Se le veía afectado, como si mis palabras no le hubieran gustado o le hubieran causado una emoción que no sabía cómo expresar.

Salimos de la oficina, bajamos al estacionamiento y nos subimos a nuestros autos sin decir una palabra más. Era extraño, y no entendía por qué Dante actuaba de manera tan distante.

Jueves.

Ya llevaba una semana desde que Dante se había ido a los Ángeles.
Él en ese viaje no me pidió que me fuera con él. Decidió irse solo porque dijo que no me iba a necesitar, ya que solo iba a estar en reuniones y normalmente yo no estaba ahí con él cuando eso sucedía, pues no era mi asunto. Sin embargo, ese distanciamiento me ayudó muchísimo a reflexionar sobre la situación en la que estaba.

Me estaba acostado con mi jefe, no solo una vez, varias veces y eso no estaba bien.
Realmente no me había puesto a pensar en la gravedad de la situación.
Por estar con las ganas que me causaba, Dante no había tenido en cuenta las consecuencias del hecho de estar saliendo con él, más bien, coger con él.
Sí o sí, tenía que dejar de pensarle y más concretamente, dejar de desearle y de tener esos encuentros porque no era lo correcto.

Todos esos encuentros habían surgido a raíz de decirle que me parecía guapo y que lo encontrara masturbándose en su oficina.
Honestamente, durante mucho tiempo, no había tenido una perspectiva clara de la situación, ya que todo había ocurrido muy rápido. Aun así, con el tiempo que tenía ahora para reflexionar sobre todo esto, sabía que era hora de tomar decisiones importantes.
La principal: olvidarme de desearle, de querer estar con él y ya no solo por el aspecto sexual, sino también porque yo empezaba a sentir algo por él.
A veces tenía ganas de amarle, de saber más de su vida y de involucrarme en su día a día, no solo como su asistente personal, sino como alguien importante en su vida.

Sí, lo sé, me estaba volviendo loca por sentir esas emociones hacia Dante, pero como dije desde el principio, estaba dispuesta a superarlo, sin importar lo que sucediera.
No quería que me rompieran el corazón, ya que lo más probable era que él me dijera que no sentía nada más que ganas de follar conmigo, así que no podía seguir en estas.
Tenía que despejar mi mente y sacarlo de mis pensamientos.

2:05 p.m.

Ya era la hora del almuerzo, por ello bajé al restaurante de la empresa.
Moría de hambre.
Así pues, pedí mi comida y me encontré con Marcus sentado en una mesa, estaba comiendo solo, por lo que me senté a su lado.

— Hola

Marcus: — Hey!

— ¿Cómo va todo?

Marcus: — Bien

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora